Es sabido que debido a nuestra condición colonial, los responsables de la vigilancia de nuestras costas, espacio aéreo, puertos, aeropuertos, aduanas, inmigración y correos es el gobierno de Estados Unidos. Por lo tanto, si queremos hacer un acercamiento analítico del problema del narcotráfico y la entrada de armas ilegales a la isla, tenemos que comenzar por reconocer que las agencias federales a cargo de controlar la entrada de drogas y armas a Puerto Rico han sido un total fracaso en dicha usurpada función.
Desde hace una década la isla de Puerto Rico fue clasificada por las agencias de seguridad de Estados Unidos como un “High Intensity Drug Traffic Area” (HIDTA, por sus siglas en inglés). Sin embargo, los recursos y esfuerzos de las agencias federales para controlar la entrada de drogas y armas a la isla durante los últimos años se ha visto reducido. Basta señalar, como ejemplos, que sólo el 2% de los furgones que llegan a la isla son inspeccionados por las autoridades y que la Guardia Costanera no cuenta con presupuesto para patrullar las costas, disponiendo apenas con recursos para responder a llamadas de emergencia.
Esto tiene una sola explicación: la droga que entra a Puerto Rico no llega a Estados Unidos. El 99% se consume localmente, por lo que no representa una amenaza para los Estados Unidos “continentales”.
De acuerdo a estadísticas de las agencias federales (las más recientes son del 2007), el 69% de la cocaína que entra a Estados Unidos lo hace desde Centroamérica a través de la frontera con México y el 30% proviene del Caribe Oriental. De ese 30%, el 9% se la adjudica a la República Dominicana, el 20% a lo que entra por el Golfo de México y solo el 1% se identifica como proveniente de Puerto Rico. Es decir, aunque aquí la droga y las armas ilegales entran en cantidades industriales, casi la totalidad se consume la isla, generando la guerra por el control del negocio que provoca que todos los días mueran asesinados 3 o 4 jóvenes en nuestras calles. Así las cosas, Puerto Rico no constituye una prioridad para los gringos. Si la isla fuera la puerta de entrada la droga en ruta para el continente, otro seria el cantar y el interés del americano.
Los que tienen alguna malicia, postulan que los federales se hacen de la vista larga para que nuestra juventud se siga envenenando y matando en las calles. Sea esto un comportamiento premeditado o no, la realidad es que las consecuencias de la dejadez, el desinterés, la incompetencia, ineptitud y trabajo mediocre de las agencias federales las pagamos los puertorriqueños y puertorriqueñas.
Por eso es tan importante que el control de nuestro espacio aéreo, así como de nuestras costas, inmigración, aduanas, puertos y aeropuertos esté en manos puertorriqueñas. Es nuestra sociedad y son nuestros hijos e hijas quienes sufrirán las consecuencias de nuestra ineficiencia o se beneficiaran del trabajo bien realizado en la función de impedir la llegada de drogas y armas al país. Nadie tendrá mejor motivación e interés que nosotros para impedir el narcotráfico.
Si a la incompetencia federal para detener al narcotraficante le añadimos una visión policiaca y represiva (maceta y p’al cuartel) para atender el problema de las adicciones a drogas, entonces tenemos la combinación perfecta para el fracaso. Una visión salubrista del problema del consumo de drogas es imprescindible para implementar un abarcador programa de medicación del adicto. Esa es la única forma de romperle el espinazo económico al multimillonario negocio del narcotráfico. Si el adicto no tiene que buscar la droga en el bajo mundo, en el punto, se le acabó el negocio al narcotraficante. Y si no hay que delinquir para conseguir dinero para comprar la droga, se controlará dramáticamente la delincuencia y los asesinatos en las calles.
Pero este gobierno no está capacitado para ninguna de las dos cosas: ni promoverá una visión salubrista del problema del consumo de drogas, ni exigirá el traspaso de la autoridad y responsabilidad de la vigilancia de nuestras costas, puertos, aduanas e inmigración. En su cobardía y enfermiza mentalidad colonial, a Fortuño y su gente solo se les ocurre salir corriendo a pedirle auxilio al gobierno federal, a los mismos que en el han demostrado ser un estrepitoso fracaso. Patético.
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