Escrito por Juan Mari Brás
El Grito de Lares está muy vapuleado por los historiadores de antes y de ahora. Los que lo han interpretado desde la perspectiva idealista; los que han pretendido empezar a interpretarlo desde la perspectiva materialista, y ni hablar de la interpretación que hace Pérez Moris, que le llama la algarada de Lares y pinta con unas acentuaciones bien vulgares a los revolucionarios de Lares.
Se esperaba que fuera así y sobre todo cuando interpretaron aquel acontecimiento desde la perspectiva de los españoles. Ésa es la perspectiva desde entonces del imperio colonial vigente aquí.
El problema lo tenemos en la contemporaneidad con los primeros tanteos que se están haciendo para el análisis histórico en Puerto Rico desde la perspectiva del materialismo histórico. Indudablemente se están haciendo contribuciones valiosas a la historiografía y a la interpretación histórica por jóvenes estudiosos de las distintas disciplinas, que ya impregnados del marxismo y del método materialista y dialéctico, empiezan a hurgar esos procesos desde una óptica diferente. Pero no basta con la buena fe de aplicar el materialismo histórico. No basta tampoco con creerse uno que tiene el dominio de lo que es ese método científico de interpretar los acontecimientos históricos. A veces se pueden cometer equivocaciones garrafales por no vigilar el detalle importante en el análisis.
Y éste es el caso, digamos de una persona, supongo que norteamericano, no lo conozco, que escribió un ensayo sobre Lares, y que lo ha publicado Ediciones Huracán, en un libro que se titula: Inmigración y clases sociales en el Puerto Rico del siglo XIX. El trabajo se llama Hacia el Grito de Lares: Café, Estratificación Social y Conflicto de Clases desde 1828-1868 en Puerto Rico.
Indudablemente es un trabajo serio en cuanto a la búsqueda de datos. Esta persona ha tenido que hacer grandes esfuerzos, es obvio, para examinar, escudriñar los archivos históricos municipales de Lares, finca por finca, propietario por propietario, censo por censo., Da unos datos y unas tablas sobre la composición de la población lareña en todo ese período, muy importantes para conocer la estratificación social de aquella comunidad.
Pero, no es un análisis materialista histórico, por unas razones que quisiera se consideren en ánimo de hurgar en la cientificidad o falacia de la tesis que plantea el estudio citado.
El Grito de Lares no se puede interpretar desde la perspectiva materialista como un fenómeno lareño. El Grito ocurrió en Lares pero fue un movimiento que se generó y desarrolló en todo el oeste de Puerto Rico.
Como cuestión de hecho, de los que integraban las huestes que llegaron a Lares en la madrugada del 23 de septiembre, la mayor parte, cuantitativamente, no era de los barrios aledaños al pueblo de Lares. La mayor parte era de los que venían de Mayagüez, los que venían de los distintos pueblos del oeste de Puerto Rico, de las juntas de Capá Prieto y de las otras juntas que integraban el movimiento revolucionario.
Al establecer la premisa de que las condiciones que determinan el Grito son aquéllas prevalecientes en dicha municipalidad, se está incurriendo en un error garrafal, que permitió al escritor llegar a una conclusión, de hecho, muy equivocada. Por eso, al final, en la conclusión de su ensayo, dice lo siguiente:
“Existe evidencia de la influencia que en los líderes de la revolución ejercieron la ideología y las corrientes políticas que emanaban de otras partes. No obstante, fueron las condiciones locales las que determinaron la disposición de la población de Lares hacia el enfoque revolucionario. Las causas principales de la revolución fueron de alcance local, no nacional. Los hombres que empezaron su marcha en la finca de Manuel Rojas, en el Barrio Pezuela, sabían exactamente por qué querían eliminar el colonialismo español de la Isla. Para ellos ¡Viva Puerto Rico Libre! significaba arrebatarles a los comerciantes peninsulares el control de la economía cafetalera de exportación en la Cordillera Central.”
El autor se despista cuando señala como fenómeno simplemente municipal que el comercio estaba en manos de los españoles. Ése no era un fenómeno particular de Lares, ésa fue la debilidad extrema de la burguesía agraria decimonónica de Puerto Rico, que no tenía dominio del comercio ni de las finanzas. Por tanto, el proceso productivo no estaba bajo su hegemonía y esa contradicción entre el dominio del comercio y la participación del grupo de los agricultores criollos que se desarrolló por aquellos días del siglo XIX fue ciertamente un importante factor precipitante del Grito de Lares.
Las mismas cifras que da este autor como pruebas son las que indican el carácter del movimiento general que se dio y que convergió en el Grito de Lares.
Pero no se puede explicar un fenómeno histórico de una manera tan esquemática, lineal y simple como pretende este autor diciendo, “hay ocho latifundistas en los barrios de Lares, el mayor de los cuales era Manuel Rojas”, o diciendo, “él tenía quinientos y pico de cuerdas”, o “hay dieciséis medianos agricultores”, o “hay cuarenta y tantos pequeños agricultores”, y entonces hay unos comerciantes en el pueblo de Lares que son corsos, canarios y españoles que controlan el comercio. Estos “latifundistas”, dice él, encabezados por el venezolano Manuel Rojas, están en conflicto con esos peninsulares que están en el pueblo y por eso consiguen que todos los jornaleros se unan con ellos para ir al asalto de los almacenes de estos comerciantes que están en el pueblo de Lares, y quedarse con el poder.
A eso no puede reducirse la interpretación materialista de un hecho que la realidad indica que le dio impulso, que desencadenó un proceso histórico a escala nacional en nuestro país. Esta persona no puede aportar un solo argumento que explique porque si ése era un movimiento tan menguado en sus alcances, en su objetivo, en su meta, ¿por qué, entonces, logró movilizar a la gran masa de los jornaleros y de los agregados y de los peones de todo aquel litoral en el ejército que asaltó a Lares en la madrugada del 23 septiembre? ¿Por qué se dio como asonada del Grito de Lares una declaración de gran afirmación progresista que empezaba por rechazar el régimen de los jornaleros establecido por el gobierno español?
Indudablemente e independientemente de la situación particular que motivara individualmente a alguno de los generales y de los dirigentes de la revolución de Lares, vista en su conjunto, que es como el materialismo histórico plantea que se visualice la historia, y en la concatenación de esos hechos relacionados con los otros, que eso es lo que es la historia, el Grito de Lares representa un proceso de gran avanzada, de gran progresión.
Lógicamente en nuestro país, el haber abolido el régimen de los jornaleros en sí, le da la envergadura de progreso social que representó el Grito de Lares. Eso es lo que es inconcebible que no vean los que quieren hacer análisis desde la perspectiva marxista en este siglo, sobre aquella jornada del siglo XIX.
El régimen de los jornaleros era aquél mediante el cual se obligaba a todo puertorriqueño que no fuera propietario o profesional a inscribirse como un jornalero y a llevar una libreta que le amarraba su vida al historial que se reflejaba en esa libreta, que era indudablemente una especie de esclavitud impuesta a los que no tenían ni profesión ni propiedad, que era la inmensa mayoría de la población.
En el Grito de Lares, como uno de sus primeros decretos al proclamarse la República en ese pueblo, se anula ese régimen de la libreta, se anula la esclavitud y se anula la semi-esclavitud. No pudo haber una posición más avanzada en aquel momento en Puerto Rico que la que adoptaron los revolucionarios de Lares al proclamar la República en 1868. Es una revolución mucho más progresista en su contenido social, que la revolución de Yara que se dio unos días después, el 10 de octubre, en Yara, Cuba. Esa revolución, iniciada por los latifundistas cubanos del momento, criollos hacendados de Camagüey y Oriente, mereció el elogio de Fidel, al conmemorarse el siglo de Yara, en 1968. El comandante en jefe de la primera revolución socialista en el hemisferio americano, dijo entonces, refiriéndose a los revolucionarios de la Demajagua, que iniciaron la gesta de Yara, y la Guerra de los Diez Años, bajo la dirección de Carlos Manuel de Céspedes: “Si nosotros hubiéramos vivido entonces, habríamos sido como ellos: si ellos vivieran ahora, serían como nosotros”.
Ahora, muchos más podría afirmarse eso que dijo Fidel sobre Carlos Manuel de Céspedes y los que iniciaron la Guerra de los Diez Años de Independencia de Cuba en el ’68; mucho más puede decirse de los de Lares con mucha más razón porque ciertamente Lares representó unas ideas mucho más avanzadas que las de los que proclamaron la independencia en Cuba unos días después.
Fragmento del ensayo. Reproducido del libro El independentismo en Puerto Rico, su pasado, su presente y su porvenir, pp.33-57, editorial CEPA, 1984. Publicado en Claridad.
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