Escrito por Vilma Soto Bermúdez / MINH
El 29 de noviembre conmemoramos en Puerto Rico el natalicio de nuestro héroe nacional Andrés Figueroa Cordero. Habría cumplido 91 años entre nuestro pueblo de no haber fallecido el 7 de marzo de 1979 por falta de atención médica en las cárceles del imperio yanqui.
Andrés nació en el barrio Lagunas del municipio de Aguada en el año de 1924. De familia de pobreza extrema, Andrés tuvo que abandonar la escuela para ir a trabajar muy niño aún, y ayudar de alguna forma al sostén de padre, madre y hermanos, que día a día luchaban por el pan que llevarían a sus bocas.
La pobreza es maestra ideológica. Así vemos a Andrés integrándose a la defensa de la Patria. La independencia de Puerto Rico se convirtió en faro a seguir incluso bajo los atisbos de la muerte. De joven militó en la Organización Juvenil Pro Independencia; luego pasó a las filas del Partido Nacionalista de Puerto Rico que dirigía nuestro patriota revolucionario Pedro Albizu Campos.
La paupérrima situación en la Patria lo obligó a marchar a Nueva York el 2 de julio de 1948. Pero Andrés continuó con su compromiso por la liberación del yugo colonial. Y así fue que el 4 de marzo de 1954, junto a Rafael Cancel Miranda, Irving Flores y Lolita Lebrón escribieron una nueva página gloriosa de nuestra historia: Los cuatro héroes atacaron a tiros la Cámara de Representantes de la nación que nos invadió y nos mantiene bajo su bota.
Duras condenas de hasta más de 75 años fue el castigo impuesto a los cuatro nacionalistas por defender su Patria.
En presidio Andrés enfermó de cáncer. Poco hicieron por él los carceleros. Para el año 1977 su situación era más de muerte que de vida. Hubo reclamos desde Puerto Rico y de la comunidad internacional pidiendo su libertad al entonces presidente estadounidense James Carter. Carter cedió y le conmutó la sentencia.
Una de esas voces solidarias fue la del escritor Gabriel García Márquez, quien se hizo sentir cuando le escribió a Carter:
“Sin otro título que el de escritor latinoamericano, le pido que considere, en el fondo de su corazón cristiano, la severa situación del patriota puertorriqueño Andrés Figueroa Cordero, quien ha cumplido 23 años en la cárcel en Estados Unidos, y ahora se enfrenta a la muerte debido a una enfermedad incurable”.
Ante la precariedad de su salud y buscando alivio llegó a Cuba el 23 de julio de 1978. En la nación hermana, además de convalecer en el Hospital Fajardo, recibió honores varios, entre ellos, la medalla Pablo de la Torriente Brau, otorgada por la Juventud Comunista y la visita del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Andrés falleció poco después en Puerto Rico acunado por su mar y su pueblo. Su vida es ejemplo para toda la América nuestra.
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