Escrito por Alejandro Torres Rivera
El próximo 9 de julio de 2011 es la fecha propuesta para la creación oficial de un nuevo país en África. Su nombre será Sudán del Sur.
El nuevo país será el resultado del referéndum efectuado entre el 9 al 15 de enero de este año entre la población de esta porción sur de lo que constituye la República del Sudán. Este referéndum, considerado como una consulta popular, fue dirigida a auscultar el sentir de la mayoría de la población del territorio del territorio sobre su derecho a ejercer la secesión, es decir, la separación del resto del país y constituirse en un Estado independiente. La consulta contó con el apoyo del 98.83% de los electores participantes, a saber, 3,792,518 de un total de 3,851,518.
La República del Sudán es un Estado localizado localizado en la porción noroeste del continente africano. Comparte fronteras con nueve Estados: al Norte, con Egipto; al Noreste, con el Mar Rojo, Eritrea y Etiopía; al Suroeste con Kenia y Uganda; al Sudoeste, con la República Democrática del Congo y la República Centroafricana; al Oeste, con Chad; y al Noroeste, con Libia. Su capital es Jartum. Su población originaria proviene de varias civilizaciones que florecieron en lo que hoy es su territorio, principalmente la asentada en las márgenes del Río Nilo. Desde la antigüedad, la historia del Sudán ha estado estrechamente vinculada con sucesivos gobiernos en Egipto que se remontan a la era faraónica. Hacia 1898 Sudán fue conquistada por una fuerza egipcio-británica bajo el mando de Lord Kitchener siendo proclamado al siguiente año protectorado.
La República del Sudán, hasta el presente, cuenta con una superficie de 2, 505,813 km. cuadrados. Constituye el décimo país más grande del mundo y ciertamente el más grande de África. De configurarse a partir del día 9 de julio la creación de Sudán del Sur, el nuevo país pasaría a ser el número 54 en el continente africano. La reducción en su territorio llevaría a la República del Sudán a ocupar el número 16 a escala mundial, perdiendo además, su posición número uno en el Continente africano, pasando a ocupar su lugar Argelia, seguida en segundo lugar por la República Democrática del Congo. El nuevo país, Sudán del Sur, contaría con una superficie de 619,745 km. cuadrados; es decir, más de 56 veces el tamaño de Puerto Rico.
Desde el año previo a su independencia en 1956, Sudán se ha visto involucrado en una Guerra Civil, para algunos discontinua en el tiempo, para otros, un mismo conflicto dividido en dos etapas, vinculada en alguna medida a consideraciones no solo étnicas sino también religiosas. La población sudanesa es un 70% musulmana, un 25% animista y un 5% cristiana, concentrándose la mayoría musulmana en la porción Norte del territorio.
La primera guerra civil, surgida a raíz de los intentos de la población del sur de Sudán de independizarse, se prolongó por espacio de cerca de diez y siete años. Culminó con el Acuerdo de Addis Ababa mediante el cual se alcanzó la unificación de tres provincias sureñas en un estado semi independiente o autónomo, creándose una legislatura regional junto con sus cuerpos ejecutivos.
El 25 de mayo de 1969 se produjo un Golpe de Estado bajo el liderato del Coronel Yaffar al-Numeiry, quien luego se convirtió en Primer Ministro, abolió el Parlamento e ilegalizó los partidos políticos. A partir de entonces, fueron múltiples los conflictos internos surgidos, los que eventualmente llevaron en 1983, a la creación por parte de Numeiry de un estado federativo en Sudán del Sur. Sin embargo, más adelante optó por la introducción de la Shaira (Camino al manantial), también conocida como Ley Musulmana, la cual establece un código de conducta y vida siguiendo los dictámenes del Corán, disolviendo así el recién creado estado federativo. Esta decisión desató una Segunda Guerra Civil en el país.
A pesar de que el 6 de abril de 1985 se produce otro Golpe de Estado militar, esta vez dirigido por el General Suwar al-Dahab, eventualmente se restauró el gobierno civil. En 1989 otro General, Omar el-Bashir, pasó a ocupar la Presidencia, la jefatura del Estado y de las Fuerzas Armadas, manteniendo tales posiciones hasta el presente. Se estima que los efectos de esta Guerra en el Sur, dentro de una población que actualmente es de unos 15 a 17 millones, cobró la vida 2.5 millones de civiles han sido y produjo 5 millones desplazados.
El 9 de enero de 2005 se suscribió un nuevo acuerdo de paz en Naivasham, Kenia, entre al gobierno de la República del Sudán y el Ejército de Liberación del Pueblo del Sudán. Salva Kir, quien fuera Vice presidente del Sudán y quien abandonó su cargo para convertirse en Presidente de la región autónoma, es hoy la figura más prominente en la futura nueva república. Nacido en 1951, Kir pertenece a la etnia Dinka, la cual cuenta según algunos con más de 70% de las personas que habitan en Sudán del Sur. Esta etnia ha ostenta el poder en el futuro país, donde también conviven las etnias Duer y Shilluk. Los Dinka han mantenido una lucha encarnizada con los Misseriya Bagagra, otra etnia localizada en la región Norte dentro de la República del Sudán.
Detrás de las aparentes causas religiosa y étnica, se encuentra quizás el principal factor en las luchas recientes en el Sudán. Se trata de los recursos naturales del país. Si bien en el Sudán del Sur, de acuerdo a datos de las Naciones Unidas, la mayoría de sus habitantes vive con menos de un dólar al día, el 85% de su población es analfabeta y el 33% padece hambre crónica, la realidad es que el 85% de los recursos petroleros del país se encuentran localizados en el Sur aunque las instalaciones para su procesamiento ubican en el Norte. De este recurso natural dependerían entonces los dos países a partir de la creación del Estado de Sudán del Sur, lo que constituye un polvorín sobre el cual llueven a cada momento chispas de fuego. Conforme con el Acuerdo General de Paz suscrito en 2005, tanto el Norte como el Sur se dividirían los beneficios que deje el petróleo. De los ingresos que genera el petróleo depende hoy el 98% del presupuesto del Gobierno autónomo hoy, y mañana dependería la República de Sudán del Sur.
En la frontera de lo que serían estos dos países a partir de la secesión del Sur, existen tribus que conviven en territorios sobre los cuales su población aún no decide con cual lado prefieren permanecer una vez se divida el país. Esta es la situación de las regiones de Abyei con una extensión territorial de 10 mil km. cuadrados; los Montes de Nuba con 48 mil km. cuadrados; y Sudán de Nilo Azul, con 45, 844 km. cuadrados. Todas ellas se encuentran localizadas en el territorio que quedaría comprendido dentro de la República del Sudán y no en Sudán del Sur. Para esta población, la solución a su situación, estaría sujeta a unas llamadas “consultas populares”que se llevarían a cabo durante este año.
Si todo sigue como se plantea, el próximo 9 de julio de 2011 Sudán del Sur quedará segregado de la República del Sudán. El Presidente de la República del Sudán aparentemente ha decidido acatar los resultados de la consulta y ha ofrecido mantener con la nueva república relaciones futuras de colaboración y cooperación. El Gobierno de Estados Unidos, por su parte, ha manifestado su disposición a reconocer el nuevo Estado “soberano e independiente”, felicitando a los sudaneses del sur por el proceso de autodeterminación llevado a cabo.
Algunos estados de la región sin embargo, como son Nigeria y Sudáfrica, miran con suspicacia el proceso por el precedente que establece para etnias existentes en sus propios territorios que reclaman también el derecho a la secesión. En el caso de la Organización de la Unión Africana, organización que agrupa a los Estados del Continente, el triunfo secesionista de la población de Sudán del Sur levanta serias inquietudes ante la realidad de situaciones existentes en otros territorios dentro de los Estados que forman parte de la Unión, como son los casos de Somalilandia, la República Árabe Saharaui Democrática, Camerún Meridional y la República de Cabinda. Recordemos que las pasadas divisiones políticas hechas en el continente africano en Estados nacionales, no fueron sino el resultado de las divisiones políticas en muchas ocasiones artificiales, creadas por las potencias imperialistas a la hora de dividirse el mundo en mercados y zonas de influencia, así como regiones para la extracción de materias primas. De ese pasado colonial, son herederos hoy los nuevos Estados africanos, donde las divisiones políticas de las naciones no necesariamente corresponden con el desarrollo histórico nacional de sus poblaciones en el proceso de formación de las naciones.
La emergencia a la independencia de estos nuevos países, ni resuelve por sí sola el problema de la dominación imperialista, ni mucho menos resuelve, por el mero decreto independentista, los problemas nacionales acumulados a lo largo de siglos de dominación. La superación de las taras del colonialismo, los prejuicios étnicos y aquellos otros que surgen al calor de las luchas de clases en cada uno de estos países, tomarán aún muchas décadas en resolverse, tanto para aquellos que llegaron hace tiempo a la conformación de estados nacionales, como aquellos más recientes o en vías de alcanzar el sagrado derecho a la independencia y liberación nacional.
11 de febrero de 2011
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