20 de mayo de 2022
El 15 de mayo el pueblo palestino conmemoró el 74 Aniversario del “Día de la Nakba”, cuyo significado en español es, “Catástrofe” o “Desastre”. Se refiere al proceso histórico en virtud del cual, entre los años 1946 a 1949, cerca de 711,000 palestinos fueron forzados, primero por milicias armadas judías y luego por el ejército Israel, a abandonar sus residencias y huir de sus tierras. Hoy sus descendientes suman más de 4 millones de palestinos refugiados en países cercanos como Jordania, Líbano, Siria, Cisjordania, Arabia Saudita, Egipto, Kuwait y otros países del Golfo Pérsico. Cerca de 1.1 millones viven hoy apiñados en la Franja de Gaza, porción de terreno que da al mar, localizado en la Península de Sinaí, conformado por una superficie de 367 kilómetros cuadrados. Se estima que a nivel global viven entre 7.8 millones a 9.4 millones de palestinos.
Para comprender la situación actual del pueblo palestino en lo que es su tierra ocupada por Israel, es necesario remontarnos al proceso histórico iniciado en el siglo XIX. Ya desde 1882 se había iniciado un movimiento a escala mundial para establecer un estado judío en el territorio de Palestina. Para entonces vivían en el territorio apenas 20 mil personas, la mayoría de origen árabe, que profesaban la fe judía. Para el año 1917 el 90% de la población en el territorio era árabe que profesaba la fe musulmana. Para entonces el número de habitantes en el territorio que profesaba la fe judía ascendía a aproximadamente 56 mil personas, la mayoría de ellos inmigrantes. En lo que respecta a la propiedad de la tierra, el 97.5% correspondía a la población palestina musulmana y el 2.5% a la judía.
Tras los acuerdos que dieron fin a la Primera Guerra Mundial, que finaliza en 1918, el Reino Unido de la Gran Bretaña ocupó el territorio palestino que estaba bajo el control del Imperio Turco-Otomano.
Para 1925, el número de habitantes en el territorio que profesaban la fe judía ascendía a 122 mil y para 1932 a 355 mil.
A raíz del fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, y tras el asesinato de más de 6 millones de habitantes europeos y de la Unión Soviética que profesaban la fe judía, el reclamo de la formación de un estado judío toma mayor fuerza en la comunidad internacional, particularmente en la recién fundada Organización de las Naciones Unidas. El proceso de recibir inmigrantes que habían huido de los horrores del nazismo provocó que decenas de millares de residentes en Europa, la Unión Soviética y otras regiones emigrara a Palestina procurando establecer allí su lugar permanente de residencia, aspirando a su vez, a constituir allí un Estado judío.
Mediante la Resolución 181 (II), aprobada el 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas se expresó en torno al Futuro Gobierno de Palestina. Entonces se discutía la partición del territorio de Palestina para allí crear dos Estados políticos: Israel y Palestina. Para viabilizar el proceso de partición, con antelación a esa fecha, la ONU había creado el “Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina” (CENUP), compuesto por ocho países, excluyendo las grandes potencias que resultaron victoriosas en la Segunda Guerra Mundial. Eran momentos en que las Naciones Unidas estaban conformadas por apenas 57 países; a diferencia del presente, que la conforman 193 países. La recomendación del Comité Especial fue ratificada por la Asamblea General por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones.
La Resolución aprobada, sin embargo, no dispuso propiamente la manera en que se llevaría a cabo la partición. No obstante, sí requirió que se investigaran “todas las cuestiones y asuntos pertinentes al problema de Palestina” y requirió, además, la formulación de “propuestas para la solución del problema”. Cónsono con ello, el Comité Especial elaboró el denominado “Plan de Partición con Unión Económica” sobre el territorio, además de recomendar al Reino Unido de la Gran Bretaña que actuara como “Potencia Mandataria de Palestina”, y al resto de la comunidad internacional, “la aprobación y aplicación respecto del futuro gobierno de Palestina”.
El Plan se dividía en cuatro temas, a saber: (a) Constitución y Gobierno futuro de Palestina, el cual estipulaba la terminación del mandato del Reino Unido de la Gran Bretaña sobre el territorio; (b) la partición de éste mediante la creación de un Estado Árabe, un Estado Judío, el Régimen Internacional de Administración de la ciudad de Jerusalén y la independencia de cada Estado; (c) Fronteras del Estado Árabe, fronteras del Estado Judío y la división territorial de Jerusalén; (d) El Régimen de Administración para la ciudad de Jerusalén; y (e) Un “Apartado Final”, titulado “Capitulaciones”, relacionado con los privilegios e inmunidades previamente concedidos a los extranjeros en el territorio.
Los judíos residentes en Palestina, que entonces eran alrededor de 758,700 personas recibieron el Plan con alguna alegría, ya que reconocía la creación de un Estado nacional judío; no obstante, les creaba ciertas reservas el hecho de que territorialmente el Estado judío sería en un territorio discontinuo entre sí, fracturado territorialmente en tres regiones separadas. Por su parte, los árabes musulmanes palestinos manifestaron su inconformidad con la propuesta de partición dado que suponía la violación de los derechos de la población árabe en Palestina, que en ese entonces sumaba el 67% de los residentes en el territorio, mientras que el acuerdo del cual los palestinos propiamente no tenían participación, concedía al Estado judío el 54% del territorio. de Palestina.
Entre 1948 y 1956 llegaron al territorio de Israel aproximadamente 856 mil judíos; mientras entre 1956 y 1975 llegaron 735 mil judíos adicionales. El proceso de llegada de población de otros países con la profesión de fe judía no ha cesado al presente.
El Reino Unido de la Gran Bretaña se negó a continuar su mandato en Palestina. Antes de concluir el período de transición que se había fijado para su salida, el 15 de mayo los británicos decidieron abandonar el territorio. El día anterior, la población judía en Palestina había proclamado la independencia del nuevo Estado de Israel, siendo admitido al año siguiente mediante la Resolución Número 273 (III) como nuevo integrante de la Organización de las Naciones Unidas.
La fecha marca el inicio entre 1947 y 1949 del despojo de sus tierras, la destrucción de más de 530 poblaciones, 15 mil muertos palestinos y el desplazamiento forzoso de más de 750 mil palestinos.
El gobierno de Israel se niega a que los palestinos refugiados o desplazados y sus descendientes regresen a sus hogares en los territorios ocupados o dentro de sus fronteras originales alegando que fueron sus vecinos países árabes los responsables de la guerra entre 1946 y 1948 que culminó con la expulsión de los palestinos de sus tierras. Israel teme que si se les permitiera regresar a sus tierras, se alteraría el balance de población de Israel ya que pasaría a ser mayormente musulmana y no judía como es actualmente.
Para efectos de distinción, los palestinos “refugiados” son aquellos y sus descendientes que fueron forzados a emigrar a otros países, muchos de los cuales aún viven en los llamados campamentos palestinos; mientras que los “desplazados” son aquellos que fueron obligados a abandonar sus hogares y se trasladaron a lugares como Cisjordania y la Franja de Gaza. Actualmente se estima en 6.4 millones de personas el número de palestinos refugiados en distintos países.
Luego de la experiencia de la Nakba, se han seguido produciendo conflictos bélicos de mayor dimensión que han involucrado otros países árabes en la región. Por ejemplo, en 1956 Israel, con la ayuda de Francia y el Reino Unido de la Gran Bretaña, atacó instalaciones de Egipto en la Península del Sinaí. Eran tiempos en que Egipto había decidido nacionalizar el Canal de Suez a lo que Francia y el Reino Unido se oponían. El resultado del conflicto fue que Israel aseguró para sí el control de la Franja de Gaza.
En 1967 surgió un nuevo conflicto armado, conocido como la Guerra de los Seis Días, mediante la cual Israel tomó el control de la mayor parte de la Península del Sinaí perteneciente a Egipto, las Alturas del Golán perteneciente a Siria y la Margen Occidental del Río Jordán perteneciente a Jordania, conocida como Cisjordania. En 1973 se produjo otra guerra en la cual Israel, una vez más amplió y aseguró sus fronteras de 1967.
Con posterioridad a esta fecha, Israel no sólo ha ido poblando con nuevos asentamientos de colonos judíos la región de Cisjordania, sino también agrediendo continuamente con aviación, unidades blindadas y marítimas la Franja de Gaza.
A través de los años se han desarrollado distintas iniciativas dirigidas a procurar alguna solución al conflicto entre Israel y Palestina. Ejemplo de ello ha sido la Conferencia de Paz sobre Oriente Medio celebrada en Madrid entre el 30 de octubre y 3 de noviembre de 1991; la Conferencia de Oslo de 1993; los Acuerdos de Washington en 1993 y 1994; los Acuerdos de Wye Plantation en Estados Unidos el 23 de octubre de 1998; los Acuerdos entre Yasser Arafat y el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu en Sharm el Sheif de 4 de septiembre de 1999; la Conversaciones en Camp David de 25 de julio de 2000; las Conversaciones en el balneario egipcio de Taba los días 21 y 27 de enero de 2001; la Cumbre de Annapolis de 2007; y las conversaciones promovidas por el presidente Barak Obama en septiembre de 2010.
En el caso del territorio palestino, en Cisjordania hay un gobierno administrativo que es la Autoridad Nacional Palestina (ANP), mientras en la Franja de Gaza el control político lo asume la organización político-militar HAMAS. Esta última no reconoce aún al Estado de Israel mientras sobre la base de acuerdos negociados, la ANP sí reconoce al Estado de Israel. La Franja de Gaza ocupa una porción de terreno de 367 Km.2 en la Península del Sinaí colindante con el Mar Mediterráneo donde actualmente viven apiñados alrededor de más de 1 millón de palestinos.
La política de Israel en anexar territorios tampoco ha cesado. En años más recientes, el parlamento israelí con la bendición de los Estados Unidos oficialmente ha anexado las Alturas del Golán arrebatadas a Siria en la Guerra de 1967 y trasladado su capital de Tel Aviv a Jerusalén, anexando también la ciudad que se supone bajo los acuerdos de partición quedara compartida tanto por Israel como por Palestina bajo un régimen internacional.
Las iniciativas de las cuales participó en estos años los Estados Unidos chocan con las políticas de la Administración Trump durante el anterior cuatrienio, donde no sólo estimuló las políticas del Estado isrelí de nuevos asentamientos de colonos, la anexión de las Alturas del Golán arrebatada a Siria, sino el traslado de la capital de Israel a Jerusalén, acto este repudiado por la inmensa mayoría de la comunidad internacional. Por su parte, el actual presidente Joseph Biden no sólo ha dejado clara su posición de total y absoluto respaldo al gobierno de Israel, sino que ha guardado total silencio con relación a la anexión de las Alturas del Golán y el traslado de la capital israelí a Jerusalén. En este sentido, la administración demócrata de Biden no ha hecho nada que no sea seguir la política exterior de la administración republicana llevada a cabo por Donald Trump.
Se cuentan por decenas las resoluciones presentadas ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas demandando el reconocimiento del derecho del pueblo palestino a su libre determinación e independencia, así como el reconocimiento de su soberanía nacional y el fin de la ocupación israelí de su territorio. Todas estas resoluciones han sido vetadas por los Estados Unidos. Cerca de 128 países se han expresado en favor de que Palestina sea reconocida como un estado nacional con derecho a un espacio propio en el seno de la ONU.
Los principales escollos para que Palestina sea reconocida como un Estado independiente surgen de temas como los siguientes: (a) el regreso de los palestinos refugiados y su descendencia a los territorios de origen de donde fueron expulsados; (b) el control de Jerusalén por parte de Israel y el regreso a su estatus internacional considerado en los Acuerdos de Partición; (c) la devolución de los territorios ocupados en la Guerra de 1967: (d) la seguridad de la frontera entre ambos Estados; (e) el derecho de Palestina a configurar sus propias fuerzas armadas; (f) los derechos de los palestinos residentes en Israel; (g) los asentamientos de colonos israelíes en territorio palestino; (h) el uso de la tierra y los recursos naturales de la región, particularmente el agua; e (i) el muro divisorio edificado por Israel segregando la familias palestinas.
La palabra “nakba’ ha sido prohibida en los textos escolares por el Ministerio de Educación de Israel desde el año 2009. También se ha prohibido llevar a cabo actividades públicas en las cuales se conmemore el evento. “Nakba”, sin embargo, para el pueblo palestino forma parte de su memoria histórica.
Este año, como en años anteriores, decenas de miles de palestinos se lanzaron a las calles manifestándose contra la ocupación israelí de sus tierras. Como es común, el gobierno de Israel ha reprimido la celebración. Lo anterior ha generado enfrentamientos entre las fuerzas del orden público y los manifestantes resultando heridos 7 palestinos con balas reales, 13 heridos con balas de goma, junto a decenas de detenidos. Seis ataques israelíes contra palestinos habían dejado desde finales del mes de marzo el saldo de 18 muertos.
Para el pueblo palestino, la lucha sigue.
¡A 74 años de la “nakba”, nuestra solidaridad con este heroico pueblo!
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