Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH
Expresamos nuestra comprensión y simpatía con la iniciativa de un grupo de jóvenes, de lanzar pintura sobre varias estatuas de presidentes de Estados Unidos ubicadas en ala sur del Capitolio, en San Juan.
Esas estatuas fueron plantadas en aquel lugar por la administración del PNP, a un costo de cientos de miles de dólares. Su intención declarada fue expresar su incondicionalidad y sometimiento al gobierno de Estados Unidos.
Las mismas constituyen, además, un gran fraude. La realidad histórica es que la mayoría de esos presidentes simplemente hicieron escalas técnicas en Puerto Rico para echarle gasolina a sus aviones, en ruta a otros países; o que vinieron en visita privada a jugar golf y divertirse; o que usaron nuestra Patria como escenario incidental para reunirse con mandatarios de otros países; o que simplemente vinieron a comerse un emparedado con algún líder político de turno; o que vinieron a llevarse cientos de miles de dólares para sus campañas electorales.
Vinieron a Puerto Rico de la misma manera que el hacendado visita su hacienda privada, para disponer y disfrutar de ella a su antojo, sin importarle la vida y situación de los habitantes.
Esas estatuas resultan particularmente ofensivas, en momentos en que recibimos muestras del mayor desprecio y humillación por parte del gobierno de Estados Unidos.
No debemos conformarnos con lanzarles pintura. Hay que sacarlas de allí, como un acto de dignidad colectiva; fundirlas y en su lugar colocar un monumento al respeto que reclama este Pueblo y a la libertad de que es merecedor.
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