Escrito por Alejandro Torres Rivera | Dirección Nacional MINH
En su edición del 31 de agosto pasado, el periódico editado en Puerto Rico El Nuevo Día, en su sección dedicada a Estados Unidos, para sorpresa nuestra contenía una noticia titulada Aumenta el temor en Ildeb (sic). Como subtítulo para la noticia decía Se espera una sangrienta batalla en el último bastión rebelde. No dejó de tomarme tampoco por sorpresa la facilidad con la que la prensa comercial amarilla disfraza en distintos medios constantemente su discurso. Hace un año, por ejemplo, al referirse al Estado Islámico de Iraq y Levante, esta misma prensa describía dicha organización como ¨Estado Islámico¨, “ISIS” “Frente Al Nusra”, o sencillamente como organización terrorista. Hoy los integrantes de ISIS se describen por la misma prensa como “rebeldes” o “insurgentes”, y levantan su preocupación por el avance militar del gobierno constitucional del presidente Bashar al-Assad y sus aliados en contra de quienes han sometido, con el apoyo de occidente al pueblo sirio, a una cruel matanza y conflicto interno donde han sido cientos de miles los muertos y heridos y millones los desplazados y refugiados.
Esa prensa que hoy levanta su voz ante el avance de las tropas sirias tras siete años de guerra e intervención mercenaria y extranjera en dicho país, es la misma que en pasado se ensañó contra su actual gobierno constitucional. Indica el artículo que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogán, ha pedido que se detenga la ofensiva militar. La ONU por su parte ha solicitado de los presidentes de la Federación Rusa y la República Árabe Siria que detengan sus preparativos militares contra Idlib. En este caso particular, la ONU está solicitando expresamente a Siria lo que había solicitado antes en otras zonas durante conflicto, que es el establecimiento de un corredor humanitario para permitir la salida de la zona potencial de operaciones militares a la población civil. Así ocurrió cuando la batalla contra ISIS en Alepo.
Según se alega por observadores del conflicto en Siria, este mismo acuerdo en Alepo permitió el desplazamiento, precisamente hacia Idlib, de más de 10 mil combatientes terroristas que hoy se ocultan dentro de la población civil en dicha ciudad.
Se indica por las Naciones Unidas que la ofensiva militar sobre Idlib causará una catástrofe humanitaria, como si eso fuera algo nuevo en el drama en el cual las potencias occidentales han sometido a Siria a lo largo de los pasados siete años. Se señala que para la ofensiva final, el ejército y la aviación siria, junto al apoyo de fuerzas provenientes de la Federación Rusa, que incluye no solo medios terrestres y aéreos sino también navales, están ya prestas a la ofensiva final. En el contexto de experiencias anteriores, es de esperar que en esta ofensiva final también se sumen componentes de la Guardia Republicana provenientes de la República Islámica de Irán, así como combatientes provenientes de unidades formadas por las milicias de Hezbolah.
Idlib es una provincia localizada al noroeste de Siria donde viven alrededor de 2.9 millones de habitantes de los cuales, según el censo de 2010, en su capital residían 164,983 habitantes. Cuenta con una superficie de 23 kilómetros cuadrados. En la provincia se encuentra la antigua ciudad de Ebla. Se indica que durante el conflicto interno que ha vivió Siria, es una de las primeras ciudades que se levantó contra el gobierno del presidente Bashar. Fue ocupada por los insurgentes terroristas en marzo de 2012 por espacio de un mes, recuperada por el gobierno y perdida nuevamente en 2015. Fue propuesta por la oposición siria como capital provisional hasta que finalmente en año pasado pasó a ser controlada por la agrupación Tahrir Al-Sham, una filial de Al-Qaeda en la región y antes denominado Frente Al Nusra.
Sin que se haya desatado aún la ofensiva contra Idlib, ya se han dado algunos enfrentamientos en localidades como Tamaná y Jarjanaz. Portavoces de la Federación Rusa han manifestado su voluntad de lucha hasta liquidar la presencia de ISIS. Esto incluye también a cualquier otra milicia mercenaria o yihadista en Siria, entre ellas el Ejército Libre Sirio, el grupo Tahrir al Sham.
La Federación Rusa, sin embargo, no ha descartado un acuerdo político que elimine a ISIS y las demás agrupaciones terroristas en Siria. Por su parte, la posición de Turquía ante lo inevitable de la ofensiva, es también la de promover una reunión de la cual participen los dirigentes políticos de la Federación Rusa, la República Islámica de Irán y Siria con mira a buscar una salida política y no militar. Para Turquía, como es para la Federación Rusa o la República Islámica de Irán, la solución del conflicto presenta intereses de naturaleza geopolíticos, en el caso turco, dado el hecho de su relación fronteriza con el norte de Siria; en el caso de la Federación Rusa, el acceso de su flota del Mar Negro al Mar Mediterráneo; y en el caso de Irán, la nivelación del poder en la región frente a Israel, Iraq y Afganistán.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha pedido a las partes que eviten lo que él considera es “el grave error humanitario que supondría una ofensiva sobre Idlib en Siria”. Como si se tratara de una persona inocente ajeno a los procesos de intervención de su país con la paz en la región, señala a través de Twitter que los “rusos y los iraníes estarían cometiendo un grave error humanitario participando en esta potencial tragedia humanitaria. Cientos de miles de personas podrían ser asesinadas. No dejen que esto pase”. La pregunta que debemos hacernos es ¿quién le puede creer a Trump?
El Jefe de Estado Mayor de Francia, el general François Leocointre ha señalado que no tiene dudas en que luego del inicio de la ofensiva proyectada sobre Idlib, el Estado Islámico habrá de perder todos los territorios ocupados y ello ocurrirá “antes de finales de año, sin duda antes de finales de otoño”. Según la reseña que aparece publicada en la página electrónica de europapress internacional del pasado 6 de septiembre, Leocointre ha indicado que, si su pronóstico se cumple, la presencia gala en la misión internacional que hoy encabeza Estados Unidos en la región se vería reducida. A tales efectos indica: “Una vez que caiga el califato… se va a plantear la cuestión de la nueva reconfiguración de la Operación ‘Resolución Inherente’, en la que participamos”.
Las fuerzas de ISIS han venido a menos luego de su derrota militar en Iraq a finales de 2017. Aun así, desde los reductos que aún ocupan en Siria, han mantenido algún nivel de actividad militar en Iraq, pero ha sido sustancialmente menor que hace varios años.
Desde hace más de siete años, la República Árabe Siria fue objeto de uno de los procesos de desestabilización interna de un país más crudos en nuestra historia reciente. Siria es un país que llegó al Siglo XXI contando con una población aproximada de 19 millones de habitantes, un gobierno republicano sujeto a elecciones cada siete años. Tras su independencia de Francia en 1946 Siria fue gobernadas por las estructuras que el país heredó de la ocupación francesa luego de la Segunda Guerra Mundial. No fue sino hasta el año 1963 que el país adoptó un modelo de gobierno constitucional tipo republicano. Entonces el país se definió como una República Democrática Popular y Socialista donde su presidente era elegido cada siete años, y aunque debe profesar la fe musulmana, ello no llevó al país a una condición de Estado Teocrático, regido por la religión y la ley musulmana. Junto con el entonces presidente de la República Árabe de Egipto, Gamal Abdel Nasser, bajo el gobierno del presidente Hafez al-Assad, se compartió el ideario de configurar un Estado árabe unificado que respondiera a los intereses nacionales de la población musulmana de sus respectivos países y no a los intereses económicos de Occidente. El instrumento político fue el Partido Baaz, eventualmente también gobernante en Iraq.
Al rechazar el modelo de un Estado Teocrático, permitiendo la coexistencia en su territorio nacional de ciudadanos que profesan la fe islámica de sus diferentes vertientes, en conjunto con la fe cristiana, judía y otras prácticas religiosas, antes de la intervención en Siria hace siete años, el país se preciaba de ser uno de los modelos de convivencia religiosa, así como de desarrollo económico, político, social por excelencia dentro de la realidad del mundo musulmán en el Medio Oriente.
La agresión contra Siria, sin embargo, trastocó el escenario. El conflicto desatado, como indicamos, ha provocado la muerte de cientos de miles de personas, el desplazamiento de más de la mitad de su población y el éxodo de más de 4 millones de sus ciudadanos. Como parte del proyecto imperial dirigido a establecer un “nuevo orden” en la región, criaturas engendradas por países como Estados Unidos e Israel y que llevan nombres de Al Qaeda, el Frente Al Nusra, Ejército Sirio Libre, Estado Islámico de Iraq y Levante (ISIS por sus siglas en inglés), y más reciente, de las ruinas del Frente Al Nusra, entre otras agrupaciones y denominaciones como es el grupo Tahrir al Sham, se conjuraron para la creación de un califato dentro de los límites territoriales entre el norte de Iraq y Siria.
El conflicto ha creado, además, el espacio para el enfrentamiento indirecto de fuerzas exógenas a Siria, como son los casos de la Federación Rusa, Estados Unidos, Francia, Reino Unido de la Gran Bretaña, Líbano, la República Islámica de Irán, Israel, Arabia Saudita, Yemen, Jordania, Turquía y la hoy fraccionada Libia, todo ello a costa una vez más del propio pueblo sirio.
A diferencia de la intervención en Siria de Estados Unidos, la OTAN y sus aliados; la intervención rusa obedece a una solicitud de un gobierno legítimamente constituido, ello en correspondencia al derecho internacional vigente. Históricamente hablando, la relación militar del gobierno de Siria con la Federación Rusa, precede la formación de esta última entidad política. Se remonta a los años de existencia de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) cuando Siria, a pesar de no formar parte del tratado militar del Pacto de Varsovia y por el contrario formar parte del Movimiento de Países No Alineados, se consideraba aliado de la URSS en la región. Si bien la Federación Rusa ha favorecido a lo largo del conflicto una salida negociada, oponiéndose desde el Consejo de Seguridad de la ONU a una intervención militar contra el gobierno que encabeza el presidente Bashar al-Assad; también ha honrado sus compromisos negociados con el gobierno sirio en materia de defensa.
Desde hace años la Federación Rusa cuenta con una instalación naval ubicada en la ciudad de Tartus, localizada en las márgenes del Mar Mediterráneo. Desde allí opera un ¨centro de mantenimiento técnico¨. El poco calado del puerto impide a los buques de guerra rusos fondear en la costa, lo que lleva a que permanezcan anclados alejados de la ciudad, aunque lo suficientemente próximos al puerto.
Esta presencia militar de Rusia en Siria se ha ampliado en el marco del conflicto interno que vive el país. Ejemplo de ello es la construcción de otra instalación militar localizada en Latakia, también cercana al Mar Mediterráneo y uno de los principales bastiones que mantuvo en los pasados años el gobierno sirio bajo su control. Allí como parte de su involucramiento en el conflicto, Rusia instaló una torre de control aéreo y amplió facilidades de vivienda prefabricadas ubicadas en un aeródromo, las que son capaces de acoger y albergar cientos efectivos militares. La Federación Rusa solicitó también de países vecinos a Siria y de la región, permiso para sobrevolar con aviones de carga sus espacios aéreos, esto como parte del puente establecido para allegar armamentos a Siria por la vía aérea.
En Siria han sido emplazados, también, aviones de combate y personal de combate rusos que incluyen la presencia de vehículos blindados de transportación de tropas fabricados en Rusia tipo BTR-8-2ª, y de otros medios más sofisticados, como son los sistemas defensivos capaces de derribar cualquier avión o misil aéreo lanzado contra el país. Rusia también ha participado activamente en el entrenamiento de las fuerzas armadas sirias, incluso dotándoles con nuevos equipos de combate para el personal que opera en el aire y en tierra.
Hace poco más de un año la portavoz rusa de Asuntos Exteriores, María Zajárova, indicó que la ayuda militar rusa al gobierno sirio se daba “de acuerdo con contratos bilaterales basados en el Derecho Internacional”, los cuales no solo proveen para la venta de equipos y pertrechos militares, sino también, para su mantenimiento y adiestramiento en cuanto a su operación y manejo. Por su parte, el Viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Mijail Bogdánov, señaló que los socios de Rusia en materia de contratos sobre armamentos, “necesitan ayuda, sugerencias e instrucción.” Tal ofrecimiento lo vienen llevando a cabo especialistas rusos.
Entre finales de septiembre de 2015 y 14 de marzo de 2016, la Federación Rusa inició un sistemático involucramiento de personal de combate ruso en Siria, que conllevó el desplazamiento en tierra de tropas de combate, incluyendo unidades especializadas. También desplegó sobre el espacio aéreo sirio aviación estratégica proveniente de la propia Rusia para efectuar operaciones de bombardeo sobre posiciones yijadistas controladas por el ISIS y otros grupos hostiles al gobierno sirio. Rusia también instaló nuevos sistemas defensivos “tierra-aire” para proteger el espacio aéreo sirio de incursiones aéreas desde Israel y Turquía, como contra misiles lanzados desde el mar por parte de medios navales pertenecientes a la OTAN.
Gracias a este apoyo, en poco tiempo, la concentración de fuego por parte de Siria obre las posiciones insurgentes, así como una mejor capacidad de combate, entrenamiento y apoyo logístico por parte de Rusia, la República Islámica de Irán y Hezbolah, permitieron un golpe de timón al conflicto, retomando el gobierno de Bashar al-Asaad la iniciativa en la guerra, liberando amplias porciones del territorio en control de ISIS. Hoy este esfuerzo combinado entre Siria y sus aliados acerca al gobierno en Idlib a demostrar la corrección en cuanto al resultado de la estrategia seguida para derrotar la subversión, el terrorismo y la intervención imperialista. Como fue antes en Alepo, hoy en Idlib asistimos a la víspera de una intensa pero decisiva batalla que podrá definir, de una vez por todas, el futuro en Siria.
Por lo pronto, si bien en el plazo inmediato aún no se avizora el final del conflicto en Siria ya que tomará aún tiempo la pacificación completa del país y su reconstrucción, ciertamente el resultado de la Batalla de Idlib será fundamental para marcar el fin de ISIS en el territorio sirio y abrirá el espacio para el comienzo de un nuevo amanecer. Ojalá así sea.
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