Escrito por Alejandro Torres Rivera
Durante los pasados días la prensa nacional e internacional ha cubierto incidentes ocurridos en la península de Corea que han mantenido en vilo la opinión internacional.
La situación no es para menos. En el marco de la realización de un importante ejercicio militar coreano-estadounidense en aguas del llamado Mar Amarillo, muy próximo a la isla fronteriza de Yeongpyeong, se produjo un enfrentamiento de artillería entre las fuerzas armadas de la República Popular Democrática de Corea y la República de Corea. Como resultado fallecieron dos soldados y resultaron heridos varios civiles. Una veintena de edificaciones fueron destruidas. A juicio de diversos analistas internacionales, se trata del peor enfrentamiento militar entre ambos países desde la década de 1970.
La península de Corea es compartida entre dos Estados. Por siglos ha oscilado como territorio disputado por diferentes países. Después de la Guerra Ruso-Japonesa y Sino-Japonesa, a partir del año 1910, Corea pasó a ser ocupada por Japón hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial cuando el Ejército Imperial se rindió tanto a las fuerzas soviéticas como estadounidenses. A partir de entonces el país quedó dividido. En 1948, tomando como base una línea imaginaria trazada en torno al Paralelo 38, la península coreana quedó dividida en dos nuevas países: en el Norte, la República Popular Democrática de Corea y la República de Corea en el Sur. Con el triunfo de la Revolución China el 1 de octubre de 1949, el 25 de junio de 1950, Kim Il Sung, destacado dirigente comunista coreano que se distinguió en la lucha de resistencia contra el Japón y líder reconocido del pueblo coreano en la porción Norte del territorio, inició una ofensiva militar hacia el Sur desatando así la lucha de liberación nacional y por la unificación del país.
La reacción de Estados Unidos al avance de Corea del Norte no se hizo esperar con la convocatoria del Consejo de Seguridad de la ONU, el que con la ausencia del representante soviético, autorizó a Estados Unidos a ponerse al frente de un esfuerzo militar internacional. La intervención militar de Estados Unidos en el “conflicto coreano” vino a llamarse la Guerra de Corea, representó en tres años 778 mil muertos, heridos y mutilados surcoreanos; la muerte de cerca de un millón y medio de norcoreanos, junto a 2.5 millones de civiles muertos o heridos, la muerte de medio millón de los llamados “voluntarios chinos” y más de 54 mil estadounidenses. Entre estos, se incluyen 3,540 bajas puertorriqueñas de las cuales 743 fueron muertos. La aportación relativa de víctimas puertorriqueñas en este conflicto significó una baja por cada 660 habitantes, en comparación con Estados Unidos que fue 1,125 bajas por habitante. De cada 42 muertos estadounidenses en esta guerra, uno era puertorriqueño.
La intervención china en el conflicto se dio a partir del 19 de octubre de 1950 cuando, ya cerca de la frontera china las tropas estadounidenses, 380 mil voluntarios del Ejército Popular de Liberación entraron en acción logrando hacer retroceder a las tropas de la ONU bajo la dirección de Estados Unidos hasta el Paralelo 38, frontera previa al inicio del conflicto. Para enero de 1951 las fuerzas chinas y norcoreanas habían logrado capturar Seúl, la capital de Corea del Sur. A partir de entonces, la guerra sufrió un giro gracias a la superioridad técnico militar de Estados Unidos, que llevó nuevamente a las fuerzas chinas y norcoreanas a retroceder al Norte del Paralelo 38. Entre avances y retrocesos entre las partes en conflicto sobrevino un estancamiento, donde ninguna parte pudo vencer a la otra. Finalmente, el 27 de abril de 1953 se alcanzó un armisticio militar donde las partes acordaron, tomando como base el Paralelo 38, retirarse al interior dos kilómetros, estableciéndose así una Zona Desmilitarizada con zonas de seguridad.
En el Armisticio se acordó, además, la navegación marítima en el Río Han por ambas partes, cada una desde su orilla; que ninguna parte realizaría actos hostiles contra la otra; que a ningún militar o civil se le permitiría cruzar la línea de demarcación sin la autorización de la Comisión de Armisticio Militar, donde además se encargó a una conferencia política de alto nivel de ambas partes, supervisar la ejecución de las disposiciones del Armisticio. Para ello, la Comisión de Armisticio Militar se reúne todos los días. Se creó también, una Comisión de Naciones Neutrales para la supervisión, observación, inspección e investigación de la Comisión, la cual también se reúne diariamente; y finalmente, se proveyó lo relacionado con la liberación y repatriación de los prisioneros de guerra capturados por las parte durante el conflicto armado. Desde la firma del Armisticio, las condiciones entre las partes han permanecido idénticas.
Tanto la República de Corea como la República Popular Democrática de Corea cuentan con unas extraordinarias fuerzas armadas. Corea del Sur, con una población de más de 50 millones de habitantes, tiene unas fuerzas armadas compuestas por 3.7 millones de personas, lo que equivale a colocarle sexto en número de tropas a escala mundial y segunda en cuanto a reserva militar. Cuenta, además con una formidable dotación de más de 2,300 tanques, la sexta flota de destructores más grande del mundo y la novena fuerza aérea. La República Popular Democrática de Corea, con una población aproximada de más de 24 millones de habitantes, cuenta con 1,127, 000 millones de efectivos en sus fuerzas armadas regulares, unas milicias que ascienden a más de 3.8 millones de efectivos y 115 mil efectivos adicionales de tropas especiales adscritas al Ministerio de Seguridad Pública. La RPDC posee, además, un enorme arsenal de misiles, artillería, buques de guerra y capacidad nuclear. Estados Unidos, aliado de Corea del Sur, mantiene en su territorio una fuerza militar compuesta por más de 29 mil efectivos que cubren las cuatro ramas militares: aérea, marina de guerra, infantería de marina y ejército.
En el plano económico y desarrollo tecnológico, la República de Corea es considerada el más grande de los llamados “tigres asiáticos”, siendo su economía la cuarta más grande de Asia y la decimotercera del mundo. Hoy día se considera uno de los principales países en innovación tecnológica y el tercer país con más patentes registradas después de Japón y Estados Unidos.
Históricamente la República Popular China ha sido aliada de la Republica Popular Democrática de Corea. La situación geográfica fronteriza de ésta con la RPCh, hace que un conflicto militar entre el Norte y el Sur que involucre a Estados Unidos, presente un problema de seguridad para China. Así ocurrió en la década de los cincuenta cuando algunos militares y políticos estadounidenses, bajo el discurso de la Guerra Fría, instaban a que su país llevara a cabo operaciones militares hasta dentro de las fronteras con China. Si bien es improbable que tal escenario se repita hoy, ya que no estamos hablando de la China de hace sesenta años, recién salida de una guerra civil y de una guerra de resistencia anti japonesa, con grandes dificultades económicas y rezago tecnológico, un enfrentamiento de esta naturaleza ciertamente crearía inestabilidad en la región. Un conflicto armado en la península de Corea presentaría, además, un problema de refugiados en misma frontera con China. Es por eso que la primera opción de China en esta coyuntura entre las dos Coreas haya sido la de convocar a las seis partes implicadas en el conflicto de la desnuclearización de la RPDC, a una reunión urgente en Beijing. Esta iniciativa fue en su origen rechazada por Estados Unidos.
De acuerdo con el periódico español El País, algunos funcionarios chinos han comentado que tanto China como Estados Unidos “son pasajeros en el mismo barco.” Hay quienes apuestan a la carta de que China procura un ambiente de distensión hacia la RPDC de doble rasero donde, a la vez que hace el juego abogando por la reunificación del país, promueve discretamente que sea el gobierno de Seúl quien eventualmente prevalezca en la formación de un futuro estado político integrado. Un conflicto armado entre los dos países en estos momentos, como de hecho ya ocurre al menos temporalmente en estos momentos, tiene el potencial de echar por la borda los pocos pasos dados por ambos países en los pasados años en la ruta de la reconciliación nacional.
En estos momentos la RPDC se encuentra en una transición hacia la eventual transferencia de poder de manos del actual Comandante Supremo, Kim Jong il, hijo de Kim Il Sung, a su hijo menor de 27 años, Kim Jong Un. Las apuestas de que este incierto proceso, junto a la grave enfermedad que padece Kim Jong il provoque una falta de unidad del pueblo norcoreano frente a un escenario de guerra entre los dos países, es sencillamente una especulación y una quimera.
Las próximas semanas serán críticas en cuanto al desarrollo de la situación político militar en la península coreana. Un conflicto militar de grandes proporciones puede ser un detonante que empuje al involucramiento de otros Estados en una guerra de impredecibles consecuencias para la Humanidad. Confiemos en que la cordura de las partes en conflicto empuje entre ellas una salida negociada y pacífica del conflicto.
2 de diciembre de 2010
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