Escrito por Héctor L. Pesquera Sevillano / Copresidente del MINH
«La independencia nacional no será producto de minorías selectas, de simples gestiones diplomáticas, ni de violencias individuales. La independencia nacional ha de ser obra de todo el pueblo. Sólo así habrá de ser posible su conquista.» César Andréu Iglesias
Durante muchos años, algunos líderes independentistas sostuvieron la teoría de que el proceso descolonizador y la independencia de Puerto Rico vendría timoneado desde Washington, argumentando que a Estados Unidos le convenía tanto como a nosotros acabar con el ELA y que se organizara República de Puerto Rico.
“Los planetas están alineados” decían, para sostener que para adelantar la causa independentista, había que concentrar el trabajo político en el Congreso y la Casa Blanca. Los que así pensaban afirmaban que la dependencia y la mentalidad colonial estaba tan arraigada entre los puertorriqueños, que era virtualmente imposible convencer a las mayorías de que la República de Puerto Rico era la mejor opción para nosotros y nosotras.
El informe del Comité Interagencial de Casa Blanca del pasado 16 de marzo expresó claramente los planes de Estados Unidos para Puerto Rico. Los emisarios de Casa Blanca nos proponen un Referéndum en dos partes. En la primera se eliminaría la independencia y la libre asociación como alternativas, al poner al electorado en la disyuntiva de tener que seleccionar si quiere ser parte de Estados Unidos , bien sea mediante la anexión o como el ELA colonial, o si por el contrario prefiere la separación de Estados Unidos mediante la independencia o la libre asociación. En el Puerto Rico actual, dependiente, federalizado y asediado por una crisis económica sin precedentes, sabemos cuál sería el resultado.
Eliminada la independencia y la libre asociación como opciones, la segunda parte del Referéndum pondría a los electores a escoger entre estadidad o ELA. Sabemos que el resultado de esta consulta resultaría en un virtual empate, por lo que Washington volvería a tener la excusa de que como nosotros no nos ponemos de acuerdo ellos no darían ningún paso para alterar la actual relación colonial.
Habló el americano con toda claridad: lo que le interesa es mantener la colonia tal y como está, relación de la cual han obtenido durante los pasados 113 años beneficios multimillonarios y ventajas políticas incalculables.
De otra parte, las medidas económicas según han sido propuestas en dicho informe, no hacen sino federalizar aun más la vida cotidiana en nuestra isla. Estaríamos ante un nuevo modelo de anexión, más controlado y más dirigido por el Gobierno Federal a través de sus agencias. Las áreas de educación, salud, seguridad, sistema de justicia, comunicaciones, energía, etc. estarían bajo una supervisión directa, bajo estrechos acuerdos de colaboración según han sido definidos en el Informe, de parte de las agencias federales en Puerto Rico. El diseño de la consulta y el contenido del Informe es claramente injerencista por parte de Estados Unidos en los asuntos nacionales de los puertorriqueños.
Nosotros siempre hemos sostenido que la descolonización e independencia de Puerto Rico solo será posible cuando podamos aglutinar las fuerzas suficientes y cuando el pueblo se organice y se disponga a luchar para alcanzar dicho objetivo. Para ello es imprescindible tanto la unidad patriótica como la unidad nacional. Descartada la idea que desde Washington nos llegará la independencia, ahora si se alinean los planetas y se comienzan a configurar las condiciones para trabajar en unidad patriótica hacia un gran proyecto de divulgación política sobre la necesidad y viabilidad de la República de Puerto Rico.
La unidad nacional tan necesaria para la descolonización se viabiliza mediante el mecanismo de la Asamblea Constitucional de Status, proceso que nos permitirá encontrar los asuntos que como pueblo nos unen y nos permite tomar la iniciativa y la dirección del proceso descolonizador. Los referéndums y consultas sobre status lo que han hecho y seguirán haciendo es dividirnos en tribus partidistas y darle la excusa al americano para no asumir su responsabilidad por más de un siglo de colonialismo en Puerto Rico.
De nuestra parte le exigimos a Casa Blanca que reconozca que Puerto Rico es una nación caribeña y latinoamericana, que acepte su responsabilidad por haber sometido a nuestro pueblo al más abyecto colonialismo, que decrete la libertad inmediata de nuestros presos políticos y que indique la disposición de Estados Unidos a indemnizar al pueblo puertorriqueño por los daños ocasionados. Sin pretender agotar la lista, por haber destruido nuestra producción agrícola, por haber utilizado nuestras mejores tierras para establecer sus instalaciones militares sin pagar un solo centavo, por haber utilizado a nuestros jóvenes como carne de cañón en sus guerras imperialistas, por envenenar y enfermar con sus tóxicos militares a nuestros compatriotas en Vieques y Culebra, por habernos convertido en un mercado cautivo y obligado a transportar en su marina mercante todo lo que nos llega de Estados Unidos o que sale de aquí para allá, por habernos impedido el comercio y el intercambio con el resto de los países del mundo durante más de un siglo y por haber ocasionado que de un país trabajador y productivo, nos convirtiéramos en un país dependiente e improductivo. Los miles de millones de dólares como resultado de esa indemnización, serán utilizados para reconstruir la economía nacional y organizar la naciente República de Puerto Rico.
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