Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH
“Nunca, nunca perdí la fe en nuestra causa. La cuestión de la vida personal –el seguir vivo– no es importante. Cuando uno está empeñado en una lucha, en el combate y la acción, espera la victoria para la propia causa. Eso es lo que cuenta; yo siempre supe que triunfaríamos.” Alvaro Cunhal - Secretario General Partido Comunista Portugués, entrevistado por Wilfred Burchett tras el derrocamiento de la dictadura fascista en ese país, en 1974. Portugal: año uno de la revolución
Centenares de compatriotas nos encontramos la otra noche en la funeraria Ehret, a donde fuimos a rendir homenaje al queridísimo compañero Pedro Grant Chacón. Fue una ocasión cargada de sentimientos diversos. Sin embargo, no era la tristeza lo que predominaba, sino una alegría especial al celebrar la vida extraordinaria de este luchador de mil batallas, tan sabio, tan sencillo, tan elocuente, tan entregado a los intereses de su pueblo y de otros pueblos.
Entre las numerosas conversaciones que sostuve esa noche con amigos y compañeros hubo una a la que presté especial atención. Me comentaba este compañero con preocupación, de cómo ha ido prendiendo el pesimismo y el derrotismo en muchos independentistas, que sienten que todo está perdido, que no hay nada que hacer, que colonialistas y anexionistas se han apoderado del País para siempre jamás.
Eso lo conversábamos a escasos pies del féretro de Pedro, que si hubiera podido escucharnos se hubiera levantado del ataúd a increparnos. Pues si algo distinguió a Pedro Grant fue precisamente su optimismo, su seguridad y confianza en la victoria, su rechazo a la resignación y, sobre todo, a la rendición.
Es cierto que la sociedad en que mal vivimos abruma al más fuerte, que propende a aplastar voluntades, que genera infelicidad, que provoca la impresión continua de que se impone lo peor. Es cierto que son frecuentes los momentos en que uno quisiera salir corriendo, escapar de la inmundicia y coger un respiro en algún lugar seguro y amistoso. También es cierto que nuestra lucha es bien cuesta arriba, bien desigual, con demasiada frecuencia desalentadora y difícil, aparte de las limitaciones y carencias nuestras que complican aún más la cosa.
Todo eso es cierto y por eso es comprensible que afloren el cansancio, las frustraciones y hasta los sentidos de impotencia frente a tanto desasosiego y frente a enemigos tan poderosos y perversos. Sin embargo una mirada más calmada, si se quiere, más ecuánime, nos permitirá recapacitar sobre esos estados de ánimo tan desalentadores. Es cierto que falta mucho camino por andar, pero no es menos cierto que hemos andado un largo trecho cargado de victorias y de avances, en la afirmación de la nación, en su fortalecimiento esencial y en plantar bien plantados los cimientos de la patria del porvenir.
Consideremos nada más que dentro de unas semanas, el próximo 25 de julio, se cumplen 114 años de la invasión militar estadounidense contra Puerto Rico. Que antes de esos 114 años, Puerto Rico fue colonia de España por 405 años. ¡Quinientos diecinueve años ininterrumpidos de colonialismo! No hemos tenido ni un segundo para hacer nada libremente, ni siquiera para hacer algo mal hecho por nuestra cuenta, sin intervención extranjera. Pero estamos en pie de lucha.
Reconozcamos que el colonialismo pretende, antes de explotar al colonizado, desconocerle como ser humano, como sociedad y cultura, como nacionalidad. Evaluemos entonces, cuánto hemos avanzado los puertorriqueños y las puertorriqueñas en afirmar lo que somos, en marcar la diferencia con el otro que nos quiere mal, en ser nación, caribeña y latinoamericana. Valoremos las mil y una lucha que hemos librado, por la cultura, por el ambiente, contra el gasoducto, por la paz para Vieques, en defensa de la Universidad, el Colegio de Abogados, el Ateneo, por los derechos de los trabajadores, en fin, tantas y tantas batallas, generación tras generación; en cada sitio donde haya un boricua se planta bandera y se hace la lucha.
El nuestro es uno de los pueblos más luchadores de todo el planeta, que ha tenido la osadía de enfrentar a la potencia capitalista e imperialista más poderosa de todas las formas y maneras imaginables. Un pueblo al que no han podido quebrarle el espinazo. Un pueblo que no se rinde, a pesar de ser objeto de tanta agresión de todo tipo.
Ese es el legado de Pedro, del gran Pedro Grant. Su vida misma es una victoria que podemos celebrar y la vida de cada independentista, que lo es contra viento y marea, también constituye una gran victoria de la Nación. A borrar los pesimismos, los fatalismos y los derrotismos. Que nadie se crea que esta lucha es fácil, y que a la vez, que nadie se crea que la victoria es imposible. Que cada cual aporte cuanto pueda, pero que aporte. Que nadie se raje, que a cada uno y a cada una los necesita la Patria. Que Pedro y su vida maravillosa nos sirvan de inspiración.
* El autor es profesor universitario y Copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano.
Columnas
- La ofensiva ucraniana en Kursk
- La elección del Donald Trump
- Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2024 condenando el Bloqueo a Cuba
- Las elecciones presidenciales en Uruguay: el Frente Amplio se enfrenta al Partido Nacional en una segunda vuelta
- La XVI Cumbre del BRICS realizada en la Federación de Rusia