Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH
Llegar a Chicago, a compartir con los compatriotas residentes en esa ciudad estadounidense, era una asignatura pendiente. La oportunidad se me dio de la manera más inesperada.
La dirección del periódico CLARIDAD me concedió el privilegio de ser el presentador del libro CLARIDAD tras el lente, publicado en ocasión del 50 aniversario del periódico y cuyo espléndido contenido consiste en centenares de fotografías tomadas por decenas de distinguidos fotógrafos, a través de ese largo e importante medio siglo.
La idea era promover este importante libro entre la comunidad boricua de esa ciudad y sobre todo entre educadores e instituciones educativas. Lo que nunca supe bien y alcancé a descubrir sólo al llegar a esa ciudad, era que mi participación formaba parte de una extraordinaria celebración, por el 40 aniversario de la fundación de la Escuela Superior Pedro Albizu Campos.
No la Pedro Albizu Campos de Levittown, Toa Baja; la Pedro Albizu Campos de Chicago, Estados Unidos.
Pero ahí no queda la cosa. El gran simposio diseñado para recordar una fecha tan importante se celebró el pasado 26 de febrero en la Escuela Roberto Clemente, de cuya muerte trágica y heroica se conmemoraba en estos días—coincidentemente— el cuarenta aniversario.
El simposio contó con la participación de destacados educadores y educadoras de más de diez universidades de la región. Fue encabezado por una presentación magistral, a cargo de la Dra. Antonia Darder, profunda, sensible y singularmente patriótica.
Uno de los invitados especiales a este gran evento lo fue nuestro querido héroe nacional, Rafael Cancel Miranda, quien tuvo a su cargo una emotiva intervención—en inglés, por cierto, que de seguro aprendió en prisión— en la cena-gala celebrada esa noche.
Las dos presentaciones de CLARIDAD tras el lente formaron parte de la sesión de trabajo denominada “From the Diaspora to the homeland: Creating a Decolonizing and Culturally Relevant Curriculum”. Compartimos allí con el compañero Carlos Alberto Torres, exprisionero político y cofundador de la Escuela Pedro Albizu Campos y con el educador puertorriqueño Carlos Quiles.
Uno de los temas presentes de una u otra forma, a través de toda esta gran actividad, fue la lucha a favor de la libertad de nuestro prisionero político Oscar López Rivera. Oscar, quien también fue fundador de la Escuela Pedro Albizu Campos, forjó su vida en esta ciudad y es sin duda el lugar en el que la boricuada más le quiere y respeta. No exagero si afirmo que en el Paseo Boricua, entre las inmensas banderas metálicas de Puerto Rico, el rostro de Oscar está en todas partes, así como mensajes, consignas y expresiones a favor de su libertad.
José López, hermano de Oscar, es la figura principal y Director Ejecutivo del Centro Cultural Puertorriqueño Juan Antonio Corretjer. Miembro fundador de la escuela, es a su vez eje del desarrollo de una serie de instituciones educativas, culturales y comunales que dan servicio a miles de ciudadanos. Junto a José, un grupo entusiasta de hombres y mujeres de todas las edades plasma en hecho concreto el compromiso social y el servicio desprendido a esa comunidad.
Con José pude visitar esas instituciones, la más impresionante de ellas, el Institute of Puerto Rican Arts and Culture (IPRAC), que es ya el primer museo puertorriqueño en Estados Unidos. Asimismo tuve la oportunidad de participar en un encuentro con decenas de luchadores y luchadoras boricuas, en el restaurant La Bruquena, y compartí con los boricuas en Café Colao, donde único producen pan “de agua” por todo aquel lugar. Incluso participé en dos clases que imparte José, una en la University of Illinois, Chicago y la otra en la Northeast University, Chicago, donde pudimos intercambiar ideas y opiniones con estudiantes puertorriqueños y de otras nacionalidades.
De manera que este encuentro, que se inició con la presentación de CLARIDAD tras el lente, fue creciendo en intensidad, calidad y compromiso. En un puñado de días el frío intenso se rindió ante el calor solidario y entusiasta de la comunidad puertorriqueña de Chicago, que forja escuelas, centros de salud y museos, que organiza simposios, conferencias y exposiciones de arte; que lucha denodadamente por la libertad de nuestro Oscar. Nuestro, que quiere decir los de Chicago y los de Nueva York, los de allá y los de acá, que es la misma cosa.
Gracias por esta gran oportunidad. Gracias.
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