Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH
El mundo entero está atento a la condición de salud de Nelson Mandela. Ese ser humano maravilloso se ha ganado, como pocos en la historia, el cariño y el respeto de la humanidad.
Su trayectoria como combatiente por la libertad de su pueblo, los 27 años que pasó en las cárceles del apartheid, su liberación victoriosa, su elección como primer presidente negro en una Suráfrica en la mayoría negra votaba por primera vez; todo se combina para ofrecer como síntesis a un ciudadano planetario, extraordinario desde todo punto de vista.
El pueblo puertorriqueño conoce muy de cerca las implicaciones de respetar, querer y hasta idolatrar a un combatiente por la libertad, que haya sido encarcelado por las fuerzas opresoras. Me refiero de manera muy especial al querido compañero Rafael Cancel Miranda. Fueron veinticinco los años que pasó Rafaelito en las prisiones estadounidenses, tras el ataque al Congreso estadounidense, el primero de marzo de 1954. Incluyendo seis años en la isla prisión de Alcatraz. El único independentista puertorriqueño que ha pasado por esa terrible experiencia.
Se nos presenta una coincidencia adicional. El día que Nelson Mandela cumpla 95 años, Rafaelito cumplirá ochenta y tres. Eso ocurrirá el próximo 18 de julio. Una coincidencia como ésa no debe pasar inadvertida. Sobre todo tratándose de vidas gloriosas como las de estos luchadores por la libertad y la felicidad humana.
En un país y en un planeta en el que enfrentamos un deterioro tan marcado de la calidad de la vida, de los valores que dignifican a hombres y mujeres, el culto a la violencia y la degradación del trabajo y la paz, figuras como Mandela y Rafaelito son asideros, esperanza y seguridad en un porvenir distinto. No por casualidad Nelson Mandela es idolatrado por millones de seres humanos, desde las más diversas posiciones ideológicas. No por casualidad Rafaelito es reverenciado por multitudes de compatriotas más allá de cualquier consideración.
En ambos casos, hemos sido privilegiados. No sólo se han distinguido Mandela y Rafaelito por sus ejecutorias libertarias, sino que además hemos podido contar con ellos y sus ejemplos por muchas décadas, a pesar de lo que hubieran deseado sus adversarios, que son los nuestros. De manera que, con el mismo fervor con que hemos reconocido las acciones del combatiente anti apartheid y del luchador Nacionalista, con esa misma tranquilidad de espíritu les reconocemos a ambos su derecho a la tranquilidad personal en esta etapa de sus vidas.
Deseamos profundamente que ambos vivan por muchos años más. Que nos sigan inspirando, en tiempos en que es tan necesaria la inspiración de seres como ellos. Nuestros más caros pensamientos están con Mandela y con Rafaelito. Este 18 de julio será día de júbilo para todos y todas. El agradecimiento a ambos por enseñarnos el valor de forjar una vida digna, nunca será suficiente.
*El autor es profesor universitario y Copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano.
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