Escrito por Julio A. Muriente Pérez Copresidente MINH
Rosa Carrasquillo es un sujeto peligroso. Tras la fachada de tipo inofensivo en traje, corbata y gafas oscuras, se oculta un elemento represivo, insensible y abusador.
Rosa Carrasquillo es un sujeto indeseable. Su pretendida ecuanimidad oculta cinismo, perversión y maldad.
Rosa Carrasquillo no tiene la fisonomía gorilesca de los agentes de la Fuerza de Choque a quienes ordena continuamente hacer daño, maltratar y ejercer la violencia indiscriminada. Pero es más peligroso que todos ellos juntos. Su vocación es la de torturador.
Rosa Carrasquillo es un ideólogo de la represión, del abuso, de la persecución y de la agresión contra estudiantes y contra todo el pueblo. Es de los que, junto a otros de su calaña, calcula, planifica y ordena cada atropello, cada macanazo, cada chorreada de “pepper spray”, cada empujón, cada fabricación de caso, cada venganza.
Rosa Carrasquillo es un connotado anexionista que lleva más de cuarenta años en la Policía. Entre sus primeras incursiones represivas se encuentra su participación en la persecución del estudiantado universitario, en los sucesos del 11 de marzo de 1971.
Era policía cuando sus compañeros asesinaron a Adolfina Villanueva y cuando asesinaron a Carlos Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado, en el Cerro Maravilla. También en los años de la lucha en Vieques, durante la huelga de la Telefónica donde tantos atropellos policiacos hubo; al ser asesinado Filiberto Ojeda Ríos y en la lucha del pueblo en Paseo Caribe, donde también la Policía hizo gala de violencia y arbitrariedades.
Rosa Carrasquillo ha sido partícipe y cómplice de mil atropellos y agresiones.
Además de vanidoso, Rosa Carrasquillo presume de ser el jefe policiaco más inteligente y capaz. Le ha servido bien a las administraciones de Luis Ferré, Rafael Hernández Colón, Pedro Rosselló, Sila Calderón, Aníbal Acevedo Vilá y Luis Fortuño. Es, sin duda, uno de los hombres de confianza de los federales en la Policía.
José Rosa Carrasquillo acaba de mostrar uno de sus rostros más indeseables, el de abusador y cobarde. Imágenes detestables han sido publicadas en las que aparece este personaje pateando en los genitales a un manifestante tirado en el piso del interior del Hotel Sheraton, indefenso, maltratado con descargas eléctricas, maniatado y golpeado de manera inmisericorde.
Ese manifestante agredido resultó ser José Pérez, Osito, estudiante de Maestría en Sociología de la UPR, quien había sido duramente golpeado por la Fuerza de Choque pocos días antes, al intentar entrar al recinto universitario.
Patear a un ser humano indefenso, con maldad y alevosía, con odio y rencor, es cosas de fascistas; es cosa de torturadores. De fascistas y torturadores en el más exacto sentido de la palabra. Abusar de un ser humano de esa manera tan brutal, es un acto aborrecible. Hay que ser muy degenerado para gozarse en la violencia indiscriminada contra un ser humano.
José Rosa Carrasquillo ha quedado literalmente retratado ante el pueblo. Esa es la calaña de los indeseables en cuyas manos está el control de un ejército de más de diez mil policías armados hasta los dientes, muchos de ellos adoctrinados en el culto a la violencia y el odio al pueblo, a los estudiantes, a los trabajadores y a los independentistas.
Es urgente que salgamos de alguien tan peligroso e indeseable como José Rosa Carrasquillo. Hay que exigir su remoción inmediata de la Policía. Hay que señalarlo como enemigo de nuestro pueblo que es.
Bien sabemos que son muchos los Rosa Carrasquillo que se anidan en esa cueva de truhanes que es la Policía de Puerto Rico. Pero de ese bandido tenemos que salir ahora. Es lo menos que puede suceder con individuos tan perversos, tan degenerados, tan cobardes.
Ahora.
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