Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH
«Luchar por la cultura nacional es, en primer lugar, luchar por la liberación de la nación, matriz material a partir de la cual resulta posible la cultura.»
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Capítulo IV. Sobre la cultura nacional
¿Qué es la cultura nacional para Frantz Fanon?
“La cultura nacional no es el folklore donde un populismo abstracto ha creído descubrir la verdad del pueblo… La cultura nacional es el conjunto de esfuerzos hechos por un pueblo en el plano del pensamiento para describir, justificar y cantar la acción a través de la cual el pueblo se ha constituido y mantenido. La cultura nacional, en los países subdesarrollados, debe situarse, pues, en el centro mismo de la lucha de liberación que realizan esos países.”
“Luchar por la cultura nacional es, en primer lugar, luchar por la liberación de la nación, matriz material a partir de la cual resulta posible la cultura.” “Si la cultura es la manifestación de la conciencia nacional, la conciencia nacional es la forma más elaborada de la cultura.”
La cultura nacional va cobrando forma desde la propia dominación colonial, como materia prima en la construcción de la nueva sociedad liberada.
Ellos y nosotros
Una etapa fundacional del desarrollo de la cultura en la colonia es la necesidad de marcar distancia con la cultura del dominador, de establecer la diferencia que es punto de partida esencial de la descolonización; de establecer claramente el ellos y el nosotros:“…esta búsqueda apasionada de una cultura nacional más allá de la etapa colonial se legitima por la preocupación que comparten los intelectuales colonizados de fijar distancias en relación con la cultura occidental en la que corren el peligro de sumergirse.”
El autor se refiere a un ingrediente de la dominación ideológica colonial, que tiene que ver con la inferiorización y autodesprecio al que es sometido el colonizado, de forma que acepte gustoso la dominación ideológica de una cultura superior y civilizada.
“…nada se ha hecho al azar… el resultado global buscado por el dominio colonial era efectivamente convencer a los indígenas de que el colonialismo venía a arrancarlos de la noche. El resultado, conscientemente perseguido por el colonialismo, era meter en la cabeza de los indígenas que la partida del colono significaría para ellos la vuelta a la barbarie, al encanallamiento, a la animalización.”
Fue lo que Estados Unidos intentó hacer en Puerto Rico tras la invasión militar de 1898: imposición del inglés, de sus símbolos nacionales y desconocimiento de los nuestros, de su religión, de su historia, sus leyes, costumbres, valores, en franca subestimación y desprecio de nuestra condición nacional, la que ha prevalecido contra viento y marea.
Colonialismo y negritud
Una de las respuestas ofrecidas por los colonizados en África fue la exacerbación de su negritud como motivo de orgullo —black is beautiful—. Algo así como el ‘¡Yo soy boricua, pa’ que tú lo sepas!’ de los puertorriqueños.
Fanon muestra su preocupación por lo que denomina la racialización de sus reivindicaciones. Hace claras sus diferencias con el discurso de la negritud, lo que considera un asunto subjetivo, mientras que la objetividad que promueve para organizar la revolución se sostiene en consideraciones sociales, económicas y culturales, más allá de raza o religión.
Angustia existencial del colonizado
En su ánimo siempre precavido, Fanon advierte que: “El hombre colonizado que escribe para su pueblo, cuando utiliza el pasado debe hacerlo con la intención de abrir el futuro, de invitar a la acción, de fundar la esperanza. Pero para asegurar la confianza, para darle densidad, hay que participar en la acción, comprometerse en cuerpo y alma en la lucha nacional.”
Los intelectuales
Fanon presta atención permanente al comportamiento del intelectual frente al colonialismo y la cultura. En tiempo de ofensiva avasalladora del colonizador, lo sitúa renegando de la cultura nacional, a diferencia del sentido de autodefensa existencial-cultural de las masas.
Entonces, nos dice, “la situación colonial paraliza, casi totalmente, la cultura nacional.” Y añade que, “La cultura nacional es, bajo el dominio colonial, una cultura impugnada, cuya destrucción es perseguida de manera sistemática. Muy pronto es una cultura condenada a la clandestinidad.”
La cultura está orgánicamente vinculada al surgimiento de la nación como valor y propósito esencial y necesario:
Se genera la “…necesidad de una existencia nacional cueste lo que cueste”. “…la lucha organizada y consciente emprendida por un pueblo colonizado para restablecer la soberanía de la nación constituye la manifestación más plenamente cultural que existe.”
Estamos ante un proceso de naturaleza eminentemente existencial, de nacimiento y muerte, de avance y retroceso: “Después de la lucha no sólo desaparece el colonialismo, sino que también desaparece el colonizado.”
Capítulo V: Guerra colonial y trastornos mentales
Frantz Fanon fue un destacado psiquiatra. La experiencia que tuvo en hospitales donde se trataban víctimas del colonialismo, le permitió comprender el alcance y las consecuencias de la dominación extranjera.
Pudo constatar el proceso de deshumanización que ocurre en el propio dominador y el alcance destructivo del colonialismo en la humanidad del colonizado.
Nos dice Fanon que, “Hay que recordar, en todo caso, que un pueblo colonizado no es sólo un pueblo dominado”, que el colonialismo es un despiadado generador de problemas y enfermedades psiquiátricas; que “…tendremos que curar todavía durante muchos años las heridas múltiples y a veces indelebles infligidas a nuestros pueblos por la ruptura con el colonialismo…”
Nos presenta en este capítulo varios casos, en general denominados de psicosis reaccionales, que él mismo atendió entre los años 1954 a 1959, en cuyo análisis clínico pesa decisivamente el contexto de la guerra; “…esta guerra que trastorna y quiebra el mundo, la que constituye el acontecimiento motivador”.
Nos comenta sobre el caso de un joven argelino, veterano de la resistencia, que arrastraba ansiedad, insomnio e ideas de autodestrucción, tras haber colocado una bomba en una cafetería, que provocó diez muertes.
Sin arrepentirse de la acción que le había sido asignada, se apoderaba de él la angustia de haber quitado la vida a algún inocente. Es que, “…nuestros actos no dejan de perseguirnos jamás… ¿Quién podría sostener que el vértigo no asedia toda existencia?”
Luego nos presenta, detalladamente, otros casos: 1. el marido argelino de 26 años, militante desde los 16 en partidos nacionalistas y miembro del FLN, cuya esposa fue violada por soldados franceses que le buscaban a él, en un interrogatorio. Ansiedad, depresión, angustia, impotencia, sentimiento de culpa, idea recurrente de deshonra, sentimientos encontrados con la esposa y la hija. 2. el caso de un agente de la policía francés, de 28 años, víctima de depresión, quien se encuentra en el hospital con una de sus víctimas, un combatiente argelino víctima de pánico. Le narra a Fanon los castigos y torturas que se aplican a los combatientes en el cuartel de la policía, de lo que él participa y justifica como única manera de lograr que estos ‘hablen’. Luego, el pánico que le provoca al combatiente previamente torturado atendido por trastornos posconmocionales, cuando se encuentra con su torturador en el hospital, al punto de que intenta suicidarse. 3. adolescentes argelinos de 13 y 14 años que asesinan a su compañero de juegos francés con un cuchillo. “Un día decidimos matarlo, porque los europeos quieren matar a todos los árabes.” “¿Te había hecho algo ese muchacho? No, no me había hecho nada. ¿Entonces?… Así es…” 4. Actitud neurótica y angustiada de la hija de 21 años, de un alto funcionario francés que se dedica a la tortura y que si “…fuera argelina estaría en las guerrillas”. “Desde que comenzaron a suceder cosas se lanzó a la caza de argelinos con una rabia furiosa. Llegaba a no comer, a no dormir: hasta ese punto lo excitaba el reprimir la rebelión.” Su padre fue herido en una emboscada del Ejército Nacional Argelino (ENA) y murió posteriormente, recordado por sus colegas por sus “altas cualidades morales”, todo lo cual le repugnaba a la joven.
Fanon nos describe numerosos casos de argelinos víctimas de tortura, represión, persecución, amenazas, chantajes: las víctimas de las agresiones y torturas más despiadadas, más brutales, entre éstas: inyección de agua por la boca y el ano, lavado a alta presión con agua de jabón; tortura con el uso de electricidad; uso del llamado ‘suero de la verdad’, o pentotal…
Violencia, criminalidad y criminalización
Fanon se refiere a la criminalidad irrefrenable que asolaba a Argelia antes de 1954, año en que se inició la revolución armada. El colonizador se encargó de elevar la criminalidad a la categoría de comportamiento natural del argelino, que aparecía, comprobado ‘científicamente’, como un criminal natural.
A gente como esa, privada de corteza cerebral, vertebrados inferiores con tantos defectos y limitaciones, decían los franceses, hay que disciplinarla, domesticarla, reducirla, pacificarla. No se le puede convencer, por incapaces.
Al iniciarse la guerra disminuyen los delitos comunes y la violencia se vuelca contra el dominador y por una causa social y política. Es que se va dando un proceso de humanización del colonizado. Después de todo, nos recuerda, “La criminalidad del argelino es… producto directo de la situación colonial…
“La liberación total es la que concierne a todos los sectores de la personalidad… Cuando la nación se impulsa definitivamente, el hombre nuevo no es un producto a posteriori de esa nación, sino que coexiste con ella, se desarrolla con ella, triunfa con ella… La independencia no es una palabra que deba exorcisarse, sino una condición indispensable para la existencia de hombres y mujeres realmente liberados, es decir, dueños de todos los medios materiales que hacen posible la transformación radical de la sociedad.”
Conclusión
Con la misma energía de las primeras páginas, la Conclusión de Los condenados de la Tierra es un llamado vehemente y reiterado a los pueblos africanos dominados por el colonialismo, a no seguir más a Europa, a no pretender imitarla, a crear nuevas situaciones en las que desaparezcan las barbaridades cometidas por Europa.
Se reafirma en su confianza en la humanidad, en el porvenir, porque,“…queremos marchar constantemente, de noche y de día, en compañía del hombre, de todos los hombres…hay que cambiar de piel, desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre nuevo.”Cinco decadas después
Argelia proclamó su independencia el 5 de julio de 1962, apenas unos meses después de la muerte de Frantz Fanon.
Cincuenta años después de la publicación de Los Condenados de la tierra y de la muerte temprana de Fanon, millones de seres humanos marchan constantemente, con el afán de crear ese hombre nuevo, esa mujer nueva y de erradicar toda forma de dominación e injusticia. En homenaje a ese gran ser humano que fue Frantz Fanon, debemos continuar luchando, confiados en la victoria de los condenados de la tierra, que serán los forjadores del futuro.
*Síntesis apretada de un ensayo escrito recientemente, que lleva el mismo título. El autor es profesor universitario y Copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano de Puerto Rico.
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