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El sueño de la unidad continental de América Latina en el 229 Aniversario del Natalicio de Simón Bolívar

bolivar«Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa.»

Simón Bolívar

Discurso de Angostura, 15 de febrero de 1819

El 24 de julio de 1783 nació en Caracas, Venezuela, ciudad fundada el 25 de julio de 1567 por Diego Lozada y convertida en capital del país en 1577, Simón José Antonio de la Trinidad Bolívar.

 

 

 

Para entonces, Venezuela era un territorio autónomo dentro del Virreinato del Nuevo Reino de Granada. Caracas era una ciudad de apenas 35 a 45 mil habitantes, una tercera parte de ellos blancos criollos y el resto hombres libres negros y mulatos. Su padre, Juan Vicente de Bolívar y Ponte, pertenecía al Batallón de Milicias de blancos voluntarios con rango de coronel. Este a su vez, era hijo de un militar español que llegó a ostentar el rango de Teniente General en el ejército.

De muy joven, Simón Bolívar como le conocemos hoy, ingresó en las Milicias fundadas por su padre alcanzando el rango de subteniente. A través de su tutor y maestro Simón Carreño, Bolívar entra en contacto con los textos de los más importantes pensadores del periodo de la Ilustración, particularmente con Juan Jacobo Rousseau y su obra publicada en 1782, Contrato Social, siendo receptivo a su propuesta política de soberanía del pueblo y separación de poderes.

Ya a los 16 años Bolívar tiene la oportunidad de viajar a España, lo que le permite entrar en contacto con realidades distintas a aquellas que conocía en su tierra de origen. Nos dice uno de sus biógrafos, Mario Hernández Sánchez Barba, lo siguiente: “En la casa del marqués de Ustáriz oyó Bolívar exponer con entusiasmo las ideas de la revolución francesa, escuchó la defensa de las logias masónicas, la condenación de los jesuitas y tantas otras cuestiones que originaron en su conciencia una fuerte disyuntiva entre el huracán revolucionario y el patriarcalismo mantuano de su Caracas natal.”

Un segundo viaje a partir de1804 le llevarán a Francia, Italia y Estados Unidos. Tras la ocupación de España por tropas napoleónicas e instalado en dicho país como rey, José Bonaparte, hermano del emperador francés Napoleón Bonaparte, llega a Caracas el 15 de julio de 1808 un representante del Consejo de Indias para requerir de los venezolanos el reconocimiento de José Bonaparte como Rey de España y la designación de un oficial militar francés como Teniente General de Reino. Entre la fidelidad al rey español y la fidelidad al rey francés, aunque inicialmente la respuesta de los caraqueños favoreció al primero, finalmente la situación se volcó en favor de proclamar la independencia con relación a España y procurar algún tipo de cercanía política con Inglaterra, dado su poder económico y su enemistad con España, lo que podría ser garante de la independencia recién promulgada por los venezolanos.

Sánchez Barba describe el proceso político del cual participa Bolívar en cuatro etapas: a) 1805-1810: regreso a Caracas y decisión de tomar parte en el movimiento provincialista de independencia; b) 1810-1820: fracaso ante la reacción llanera; exilio en Jamaica; Angostura; c) 1820-1825: guerra continental, La Gran Colombia y el objetivo de unidad; y d) 1825-1830: de la Asamblea de Panamá a la muerte de Bolívar.

El 2 de marzo de 1811 se efectuó la reunión del Congreso Venezolano, en el cual se enfrentan en debate intenso tanto aquellos que promovían la separación de España y en consecuencia proclamaban el derecho a la independencia, frente aquellos pro españoles que se aferraban a la relación provincial con relación a España. Visualizando las consecuencias que podría traer una división tan profunda, Bolívar se plantó la utilización de la entonces existente Sociedad Patriótica como ente aglutinador y promotor de la causa de la independencia. El 5 de julio de 1811 se produce la Declaración de Independencia, la cual dicho sea de paso, no lleva la firma de Simón Bolívar. El día 21 de diciembre de 1811 se aprueba una Constitución, donde se reconoce el derecho de cada provincia venezolana, cada ciudad, a establecer su propio gobierno.

Dentro del caos político desarrollado a partir de la aprobación de esta Constitución, entre el Jueves Santo del 26 de marzo y el 24 de abril de 1812 ocurren en Caracas y otras ciudades fuertes terremotos que fueron aprovechados por los sectores que se oponían a la independencia para decir que era un castigo de Dios contra los venezolanos por las decisiones tomadas por su Congreso. Cuenta el propio Bolívar que encontrándose ayudando a salvar víctimas, un venezolano pro español de nombre José Domingo Díaz a quien conocía, le saluda y le dice que “todo parece que Dios se ha puesto del lado de los españoles”. A lo anterior el propio Bolívar indica que le responde: “Si se opone la Naturaleza, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca.” Aprovechando el caos surgido, España se dispuso a recuperar militarmente el espacio perdido logrando su propósito.

Tras el armisticio acordado con las fuerzas españolas, Bolívar regresa a Caracas, donde un alto oficial español, Francisco Iturbe con quien mantenía una relación de amistad, intercede por él procurando que saliera del país el 12 de agosto de 1812. Comenzaría así Bolívar un breve exilio que le llevaría inicialmente a Curazao desde donde se trasladaría más adelante hacia en noviembre de 1812 a Cartagena de Indias, hoy Colombia. Allí se combatía contra el poder español. Con doscientos hombres a su cargo y desarrollando intrépidas operaciones militares, comenzaría a conocerse su prestigio como militar. Habiéndole otorgado la ciudadanía de Nueva Granada y conferido el grado de Brigadier General, con 700 hombres emprendió desde Colombia su invasión a Venezuela. En los combates librados Bolívar venció fuerzas españolas estimadas en más de 5 mil hombres. El día 13 de agosto de 1813 entraba Bolívar en Caracas al mando de sus tropas. Los meses siguientes estarían marcados por luchas y enfrentamientos en el interior del país entre fuerzas leales a la Corona española y fuerzas patriotas.

Frente a la ideas integradoras propulsadas por Bolívar a partir de forjar una unidad continental, se fortalecían en su contra posiciones nacionalistas y regionalistas, situación ésta que aprovechó España enviando miles de tropas a lo que fue su Virreinato de Nueva Granada para recuperar su dominio en la región. Tanto Colombia como Venezuela sucumbieron temporalmente al poderío militar español.

Procurando apoyo internacional para la causa de la independencia, particularmente de Inglaterra, Bolívar llega a Jamaica desde donde escribe varios documentos entre marzo y agosto de 1815, aunque el más importante y conocido será el conocido como la Carta de Jamaica, escrita el 6 de septiembre de 1815. En ella expresa: “...el destino de América se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a España está cortado; la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechan mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía; lo que antes lo enlazaba ya las divide; más grande el odio que nos ha inspirado la Península que el más que nos separa de ella; menos difíciles unir dos continentes, que reconciliar los espíritus de ambos países.”

Al referirse a España, la describe como “esa desnaturalizada madrastra. ”Sostiene que “pueblo que ama su independencia, por fin la logra.”

En la carta, el Libertador reflexiona sobre los diferentes procesos emancipadores librados en la América hispana y las dificultades encontradas en la construcción de las nuevas repúblicas emergentes. Concluye en aquel momento, que los “acontecimientos en tierra firme nos han probado que las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces actuales.” Al hacerlo, relacionada como el espíritu de los partidos crean un contexto divisivo llevando al país a un nuevo régimen de esclavitud.”

A pesar de su visión universal e integradora de los pueblos americanos en lucha por su independencia, Bolívar alerta sobre las consecuencias inmediatas que podría conllevar una unificación forzada. Así, nos dice: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es imposible, no me atrevo a desearlo; y esto sin ser útil, es también imposible. Los abusos que actualmente existen no se reformarían, y nuestra regeneración sería infructuosa.”

En la Carta de Jamaica, Bolívar valorando la realidad y las características de los territorios sudamericanos en proceso de emancipación, expone que un “Estado demasiado extenso en sí mismo o por sus dependencias, al cabo viene en decadencia, y convierte su forma libre en otra tiránica; relaja los principios que deben conservarla, y ocurre por último al despotismo.” Esta valoración, sin embargo, no la hace con relación a Estados Unidos, cuyo sistema de gobierno comenta positivamente.

A pesar de lo anterior, la Carta no deja de aportar datos y lecciones que hoy, a la distancia de casi dos siglos vale la pena tener presente al referimos al esfuerzo titánico que se enfrenta la Revolución Bolivariana de Venezuela por llevar a cabo el sueño no alcanzado por el Libertador en su tiempo: la unidad continental de los pueblos americanos. Las dificultades de ayer no tienen que ser los escollos de hoy en la construcción de una nueva patria.

Hoy el rostro de Bolívar lo vemos en las distintas misiones que la Revolución Bolivariana brinda a su propio pueblo en Venezuela; en esfuerzos de integración política continental como es la UNASUR; en esfuerzos de integración continental y caribeña como es la CELAC; en esfuerzos solidarios a nivel de Estado y de los pueblos, como aquellos que desde el ALBA trascienden ya el mero espacio continental sudamericano para hermanar también América Central y las Antillas; como también otros esfuerzos no menos importantes en renglones económicos, culturales, sociales y políticos que poco a poco, avanzando siempre en conjunto, procuran trascender las actuales limitaciones que se oponen a una mayor integración latinoamericana y caribeña.


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