8 de febrero de 2024
El Salvador es la más pequeña de las repúblicas que componen América Central y la única que no tiene costa Atlántica (lo que para nosotros en las Antillas es el Mar Caribe). A pesar de su pequeñez geográfica con una superficie de 20,742 kms. cuadrados (casi el doble de la superficie de Puerto Rico), es uno de los países más densamente poblados con más 6.314 millones de habitantes según estimado de. 2021. Entre los años 1900 a 1966 su población se triplicó pasando de 1 millón a más de tres millones. Para finales de la década de 1970 se estimaba que, étnicamente hablando su población estaba compuesta por un 70% de mestizos, un 20% amerindios y 10% criollos. Poblado durante el Siglo XV por mayas, la conquista del territorio por parte de España se inicia hacia 1524.
Los primeros movimientos emancipadores se registran entre los años 1811 a 1824. Cuando en 1821 Guatemala proclama su independencia y al año siguiente decide integrarse al Imperio Mexicano de Iturbide, El Salvador se opuso, por lo que fue invadido en 1823. A la caída del Imperio de Iturbide en 1824, El Salvador pasó a formar parte de las “Provincias Unidas de América Central”. En 1859 el país se declara un “Estado Libre”, procediendo nuevamente Guatemala a invadirle, lo que volverá a repetirse en 1906.
Hacia finales de la década de 1920 y comienzos de la década de 1930 la situación económica del país, agravada por la baja en los precios del café, único pilar económico de la República, desató un incremento sin precedente en la desocupación, la miseria y el hambre. Múltiples huelgas y movilizaciones se desarrollaron bajo la dirección de la “Federación Regional de Trabajadores” fundada en 1924; y por el “Partido Comunista Salvadoreño” y el “Socorro Rojo Internacional”, fundados en 1930. Los movimientos de protesta llevaron al derrocamiento del gobierno en 1931.
En 1932 se organizaron elecciones municipales y legislativas donde paticipó el Partido Comunista Salvadoreño. Ante el fraude electoral, el Partido Comunista Salvadoreño organizó un levantamiento popular. Uno de sus principales dirigentes fue Agustín Farabundo Martí. Dada la alta participación de indígenas en el levantamiento, la oligarquía y los sectores militares ordenaron la matanza de todo sospechoso de estar vinculado con el levantamiento popular, produciendose así el asesinato de entre 10 a 30 mil indígenas. También ese año fue fusilado, bajo acusación de traición y rebelión, junto a los estudiantes Mario Zapata y Alfonso Luna, el dirigente comunista Agustín Farabundo Martí.
La Dictadura, establecida desde entonces, fue sacudida en abril de 1944 por una rebelión militar. Ante el baño de sangre que siguió a la intentona, el pueblo respondió con una huelga de brazos caídos que paralizó el país. Para evitar el avance de los comunistas al frente del movimiento sindical a través de la “Unión Nacional de Trabajadores”, se produjo otro golpe militar. A partir de éste se sucedieron distintos gobiernos militares hasta que en 1961 estos sectores castrenses fundaron el Partido de la Conciliación Nacional, el cual se mantuvo en el poder hasta 1979.
Desde su fundación y por espacio de cuarenta años, el Partido Comunista de El Salvador fue la única organización de izquierda que operó en el país. En las elecciones efectuadas en 1977 participó el Partido de la Conciliación Nacional frente a la Unión Democrática Opositora. Se indica que nuevamente, el fraude en estas elecciones sentó otro precedente.
Para 1974, sin embargo, ya habían comenzado a operar en El Salvador algunos destacamentos guerrilleros. A la altura del año 1976 existían las siguiente organizaciones guerrilleras:
(a) El Frente Popular de Liberación “Farabundo Martí” (FPL), fundado en abril de 1970. Fue el primer movimiento guerrillero, fundado por disidentes del Partido Comunista Salvadoreño, que en 1970 se decidieron por la lucha armada como eje de la lucha política dentro de una concepción de guerra popular prolongada. Planteando la visión de un gobierno revolucionario hegemonizado por la clase obrera en alianza con el campesinado. Impulsaba un programa socialista.
(b) El Partido de la Revolución Salvadoreña (PRS), mejor conocido como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). El ERP surgió en marzo de 1972, aunque su origen también puede trazarse al año 1970. Postulaban la creación de un partido de la Revolución Salvadoreña, la dictadura del proletariado y la alianza obrero-campesina.
(c) Las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional (FARN), fundada en mayo de 1975. Surge a raíz de un debate en el seno del PRS en torno a la conducción del proceso revolucionario. Planteaba que para poder pasar a una etapa de desarrollo socialista en El Salvador, era necesario primero un período de transición donde se realizaran cambios indispensables. Esta “etapa” la denominaban como período de la “revolución democrática popular”. En el marco de esta división es que se produce el asesinato del poeta y revolucionario Roque Dalton.
(d) El Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), fundado el 25 de abril de 1976.
En el movimiento político de masas operaban distintas organizaciones, entre ellas: (a) el Bloque Popular Revolucionario (BPR), vinculado a las FPL, fundado el 30 de julio de 1975; (b) el Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), vinculada con las FARN, fundada en septiembre de 1974; (c) las Ligas Populares “28 de febrero”, vinculadas con el ERP, fundadas en marzo de 1977; (d) la Unión Democrática Nacionalista, frente político del Partido Comunista; y (e) la Liga para la Liberación, vinculada con el PRTC, surgida en abril de 1975
En el FAPU se agrupaban (a) la Federación de Campesinos Cristianos, (b) la Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños, (c) la Asociación de Trabajadores Agropecuarios y Campesinos de El Salvador y (d) el Frente Universitario de Estudiantes Revolucionarios Salvador Allende. Sin embargo, un debate en torno a si existían o no condiciones para un Frente Amplio unificado de toda la izquierda, provocó la salida de la Federación de Campesinos Cristianos y la Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños, pasando estos a formar el 30 de julio de 1975 el Bloque Popular Revolucionario (BPR). Las Ligas Populares 28 de febrero de 1977 fueron formadas por las LP obreras, por las LP de estudiantes de secundaria, por las LP universitarias y las LP campesinas.
Hasta el año 1979 cada agrupación guerrillera y cada organización de masas trabajaba y operaban independientes una de las otras. No es sino hasta el 10 de enero de 1980 que se inicia el proceso de unificación de las diferentes organizaciones revolucionarias en una instancia común de coordinación dentro del marco de una ofensiva general de las fuerzas político-militares revolucionarias, dando así inicio a una etapa superior de lucha denominada Guerra Popular Revolucionaria.
En mayo de ese año se funda el “Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN)” y se crea el Directorio Revolucionario Unificado Político-Militar (DRU-PM), compuesto por: (a) las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL), cuyo brazo militar serán las Fuerzas Armadas Populares de Liberación (FAPL); (b) Resistencia Nacional (RN) y su brazo militar las Fuerzas Armadas de Resistencia Nacional (FARN); (c) el Partido de la Revolución Salvadoreña (PRS) y su brazo militar el Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP); y (d) el Partido Comunista de El Salvador.
Igualmente como parte del esfuerzo de coordinación revolucionaria, se creó el “Frente Democrático Revolucionario (FDR)”, al cual se adscribieron dos estructuras adicionales de coordinación: (a) La Coordinadora Revolucionaria de Masas, que incluía las estructuras de masas vinculadas con las agrupaciones político-militares; y (b) El Frente Democrático, que agrupaba el resto del conjunto de las organizaciones sociales (cristianos, sindicales y estudiantiles y como observadores, la Federación Nacional de la Pequeña Empresa y la Universidad Católica José Simeón Canas).
En este esfuerzo unificador de las diferentes tendencias y corrientes revolucionarias, como fue también el caso de Nicaragua y las distintas corrientes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, jugó un papel importante la Revolución Cubana.
Las condiciones emergentes de una guerra civil en El Salvador, que se extendió por doce años y que tuvo un saldo estimado de 75 mil muertos, en su mayoria campesinos, impusieron a las organizaciones político-militares de la izquierda, si querían avanzar hacia una etapa superior de desarrollo, la necesidad del consenso y la unidad política. La guerra civil, desarrollada entre los años 1980 y 1992, concluyó cuando las partes en el conflicto, con la mediación de la Organización de las Naciones Unidas, el 16 de enero de 1992 suscribieron los “Acuerdos de Paz de Chapultepec”. Sin esa unidad revolucionaria jamás se hubieran alcanzado los acuerdos de paz.
En esta epopeya de lucha por parte de fuerzas armadas irregulares, que se estiman alcanzaron entre 8-10 mil guerrilleros armados con fusiles de asalto y armamentos artesanales; frente a una fuerza militar profesional, compuesta por 50 mil efectivos, incluyendo unidades élite entrenadas por Estados Unidos y apertrechadas con todo tipo de armamento ligero, misiles, artillería, vehículos blindados, helicópteros, aviación de combate y apoyo logístico de expertos en guerra irregular de Estados Unidos e Israel, se escribieron importantes páginas de la lucha revolucionaria contemporánea.
Al final del conflicto, donde conforme a los acuerdos de paz se procuró el regreso a la institucionalidad del país, se sustituyó la policía de la oligarquía por una policía mixta, con la participación de efectivos de ambas partes en el conflicto; se depuraron las Fuerzas Armadas de aquellos violadores de derechos humanos, torturadores, asesinos y criminales; se legalizaron los partidos políticos y se abrieron espacios democráticos que propiciaron el avance hacia elecciones limpias; se comenzó a atender, aunque aún en forma limitada, el problema de la reforma en la tenencia de la tierra y las libertades civiles, junto con la reconstrucción de las zonas destruidas por la guerra. En este nuevo espacio es que en 1992 el FMLN se transforma de organización político-militar en un partido político electoral. Desde entonces, el FMLN ha participado activamente en la vida política democrático-burguesa salvadoreña, procurando avanzar en la lucha por el poder político, lo que eventualmente alcanzó en 2009 cuando sus candidatos a la presidencia y vice presidencia, Mauricio Funes y el ex dirigente guerrillero, Salvador Sánchez Cerén fueron respectivamente electos para los cargos de presidente y vicepresidente.
La Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), engendro estadounidense creado en 1981 por el miembro fundador de los escuadrones de la muerte, Roberto Daubisson para enfrentar al FMLN en el plano político, fue gobierno durante las décadas de 1989 a 2009 en El Salvador.
Para las elecciones de 2009, el programa presentado por el FMLN incluyó, como aspectos fundamentales: (a) sacar a El Salvador de la crisis en que estaba sumido; (b) tomar la ruta del desarrollo; y (c) construir y consolidar la democracia y el Estado de derecho.
Considerando los Acuerdos de Paz de 16 de enero de 1992 como el “triunfo popular de mayores alcances después de la Declaración de Independencia”, y reconociendo, además, que los resultados de tales acuerdos, desde el punto de vista de las reivindicaciones sociales, económicas y políticas, aún habían sido insuficientes, el FMLN propuso cuatro ejes esenciales en su Programa, a saber: (a) Reforma Social hacia una sociedad justa y solidaria; (b) Reforma económica para el bienestar; (c) Sustentabilidad ambiental hacia una sociedad en armonía con la naturaleza; y (d) Reforma política.
El programa identificaba también los desafíos que enfrentaría un gobierno de cambio en El Salvador, indicando: (a) la necesidad de establecer un mínimo vital para las familias salvadoreñas; (b) lograr el crecimiento de la economía; (c) frenar la inseguridad de la ciudadanía; (d) acortar la brecha del conocimiento; (e) saneamiento de las finanzas públicas; (f) reducción en el impacto de la crisis en los renglones alimentarios, energéticos, cambio climático y los efectos en la recesión en Estados Unidos– que dicho sea de paso, impactan las remesas que el país recibe de parte de aquellos que han emigrado hacia este país–; (g) la unidad nacional del pueblo salvadoreño; (h) derrotar los bloqueos al avance de la democracia; (i) fortalecer el Estado de derecho sobre bases democráticas; y finalmente, (j) fortalecer la Unión Centroamericana.
Durante los cinco años de gobierno del FMLN a partir de 2009, se produjeron importantes avances en El Salvador. Conforme a la Constitución del país en aquel momento, para que el Tribunal Supremo Electoral certificara un ganador en las elecciones presidenciales, el candidato debía acumular una mayoría absoluta de votos. De ello no ocurrir, el Tribunal debe convocar una segunda elección en un plazo que no excederá de 30 días, donde los dos partidos con mayor número de votos participen.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales efectuadas el 2 de febrero de 2014, el FMLN con Salvador Sánchez Cerén como candidato a la presidencia, obtuvo el 48.93% de los votos; mientras que Norman Quijano de ARENA obtuvo el 38.95%, siendo seguido por el candidato de la agrupación Gran Alianza por la Unidad Nacional y ex dirigente de ARENA Elías Antonio Saca González. En la segunda vuelta, se disputaron la presidencia y vice presidencia los candidatos del FMLN y ARENA, obteniendo el triunfo el ex guerrillero y ex integrante de la Comandandia General del FMLN, Salvador Sánchez Serén.
Contrario al período anterior, durante su mandato, se erosionó la imagen y la proyección del FMLN como fuerza política. En las elecciones generales, efectuadas el pasado 3 de febrero de 2019, con una participación de apenas el 53.10% del electorado salvadoreño, una coalición denominada Alianza por la Unidad Nacional (GANA), encabezada por un empresario en publicidad de 37 años, Nayib Bukele, obtuvo el triunfo en una primera vuelta. El presidente electo, quien ocupaba la posición de Alcalde de San Salvador por el FMLN, fue expulsado de dicha formación política, acusado de violar la disciplina de la organización, sus principios políticos y agresión verbal y física contra una dirigente de una comuna de la capital perteneciente al FMLN. En segundo lugar quedó Carlos Calleja, por la organización de extrema derecha, Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) con un 31.72% de los votos y en tercer lugar el FMLN con el 14.40% de los votos.
En la campaña de Bukele, a quien ya se le consideraba un populista no vinculado ideológicamente con la derecha ni con la izquierda tradicional prevaleciente en el país, jugó un papel importante el uso de las redes sociales. Parte de su discurso durante la campaña fue acusar al FMLN de corrupión; criticar su respaldo al gobierno del presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro; y la ruptura de relaciones de su país con Taiwan en beneficio de establecer relaciones con la República Popular China. En la Asamblea Legislativa su partido obtuvo en ese momento 11 de los 84 diputados, lo que suponía que deberá procurar acuerdos o consensos con ARENA y el FMLN para lograr impulsar propuestas que requieran aprobación legislativa. Sin embargo, el gobierno de Bukele se distinguió no por la búsqueda de acuerdos sino por gobernar por decretos.
En su gobierno, azotado por las pandillas y el narcotráfico, llevó a Bukele a declarar la guerra a las llamadas “marras” privándoles de la libertad, recluyendo en prisiones sin procesos judiciales limpios a decenas de miles de integrantes de estas organizaciones. Desde marzo de 2012 al presente, más de 75 mil personas han sido detenidas por su asociación con dichas pandillas. Se alega que el gobierno ha realizado detenciones arbitrarias, violatorias de los derechos de las personas arrestadas, utilizando la tortura en las cárceles construidas y causando la muerte de cientos de ciudadanos. Al presente, dos de cada cien salvadoreños, se encuentra en prisión.
Las políticas represivas de Bukele hacia las “marras” han tenido, sin embargo, gran acogida entre los salvadoreños. Se indica que el 90% de la población aprueba su política hacia estas pandillas. Sin embargo, esto no se refleja en la concurrencia de salvadoreños a las urnas. Parte de su discurso en estas elecciones era que si perdía, cualquiera de las otras fuerzas políticas históricas, FMLN y ARENA, volveríana colocar las marras en la calle. Su triunfo electoral, sin embargo, resultó ser contundente con un 81.01% de los votos emitidos, quedando al FMLN en segundo lugar con 6.78% de los votos y ARENA en tercer lugar con 5.99%, ambos con una fuerza electoral relativamente insignificante frente a Bukele.
El resultado del proceso electoral, sin embargo, no está del todo legitimado: primero porque Bukele ha concurrido como candidato a la presidencia del país a pesar de que la Constitución de El Salvador no permite la reelección; segundo, por las irregularidades habidas en la mesas de votación, donde son abundantes la alegaciones de fraude; y tercero, por la interrupción en el proceso de escrutinio de los votos, donde los sistemas diseñados fallaron, paralizando así el conteo de las papeletas votadas cuando apenas se había contabilizado el 5% de los votos.
El resultado de estas elecciones, como hace cinco años, supone para el FMLN llevar a cabo una profunda reflexión sobre qué ocurrió; qué provocó que una gran parte de sus electores se desplazaran con su voto hacia la candidatura de Bukele; mientras a su vez, en una conyutura tan difícil como la que atraviesa a nivel latinoamericano la izquierda, se haya manifestado una apatía tan grande en la participación ciudadana en estas elecciones.
Siempre el momento es oportuno para revisar posiciones y rectificar errores, y desde otras instancias de poder político, mantener encendida las capacidades de lucha y la defensa de los intereses del pueblo salvadoreño. Quizás ahí esté la clave para el futuro. Como le cantara hace décadas al pueblo salvadoreño en pleno desarrollo de la guerra el cantautor venezolano Alí Primera, “sabés que tu marcha es lenta pero sigue siendo marcha”.
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