Domingo, Abril 27, 2025

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Oscar López Rivera

oscarQuisiera decir tanto de ti que no encuentro cómo empezar. Empecé a oír de ti en los años setenta cuando me encontraba encarcelado en la prisión de Marion, Illinois. En ese tiempo fuiste uno de los fundadores de la escuela de la comunidad puertorriqueña en Chicago, y me honraron con ponerle mi nombre. Hoy día esa escuela se honra en llevar el nombre de Pedro Albizu Campos.



Para esa época comencé a relacionarme con nuestra gente en Chicago ya que éramos casi vecinos. Se puede decir sin exageración alguna que fue nuestra comunidad en Chicago la que empezó la segunda campaña por la excarcelación de los Cinco Nacionalistas. Tu queridísimo hermano José López, el reverendo José Torres y su esposa Alejandrina, y el abogado Michael Deutsch, junto a otros compañeros y compañeras, se puede decir que motorizan la campaña.
Al salir de la prisión el 10 de septiembre de 1979, nuestra primera parada fue en Chicago. Fuimos recibidos por centenares de boricuas, entre ellos nuestro combatiente y mártir Ángel Rodríguez Cristóbal…pero no te vi. Tiempo después supe el motivo de tu ausencia.

Pero volviendo un poquito atrás, mientras estuve en la prisión de Marion, Illinois, me enteraba por la prensa de los golpes al imperialismo por parte de una organización puertorriqueña llamada las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), fuerzas que combatían dentro del territorio de los Estados Unidos. Me estoy sonriendo, Oscar, pues recuerdo que cada vez que las FALN actuaban, agentes del FBI me visitaban en la prisión, y venían con un supuesto comunicado de esa organización para que yo lo leyera. Querían que tomara el comunicado en las manos, pero les decía que me lo leyeran ellos pues pensaba que querían tener mis huellas en el papel por algún motivo. Los conozco. Era para el tiempo en que el FBI visitaba a los Cinco Nacionalistas en las distintas prisiones para proponernos que si pedíamos perdón, al otro día estaríamos en la calle. Por largo tiempo estuvieron en ese tejemeneje. La campaña por nuestra excarcelación estaba fuerte y en los comunicados de las FALN se exigía la inmediata e incondicional libertad de los Cinco Nacionalistas.

Era también la época en que en Puerto Rico fuerzas serviles al imperialismo quemaban los hogares y negocios de los independentistas. Ya había habido más de cien casos y el FBI se hacía de la vista larga. Uno de esos casos fue el asesinato de dos obreros independentistas y la mutilación de un niño –un 11 de enero, natalicio de Eugenio María de Hostos– a consecuencia de la explosión de una bomba colocada por los apátridas en un restaurante cercano al lugar donde se efectuaba una actividad del Movimiento Pro Independencia. Luego, las FALN, en represalia por esos asesinatos, respondieron con un ataque en los Estados Unidos y a partir de ese momento se acabaron los incendios en los hogares y negocios de independentistas. Parece que el fuego les tocó demasiado cerca, tanto así que el Wall Street Journal comentó en una de sus ediciones que la acción de las FALN había constituido uno de los golpes más impactantes en los Estados Unidos. Gracias les doy a aquellos compañeros y compañeras –quienes hayan sido– que con su acción nos libraron de quién sabe cuántas muertes más.

Dijo en cierta ocasión un dirigente revolucionario latinoamericano que si en los Estados Unidos alguna vez empezaba una revolución, serían los puertorriqueños quienes la iniciarían. También dijo un director del FBI, un tal Webster, que los puertorriqueños éramos el talón de Aquiles de los Estados Unidos. ¡Qué así sea!

Pasado un lapso de tiempo después de nuestra llegada a Puerto Rico nos enteramos de que un grupo de puertorriqueños habían sido arrestados en los Estados Unidos y acusados de ser combatientes de las FALN. Pasado otro lapso de tiempo te arrestan a ti. A todos los condenaron por conspiración sediciosa, sin realmente probarles cargo alguno. Me uní a la campaña por tu excarcelación y la de esos compañeros y compañeras. Después de más de veinte años encarcelados, todos han salido…menos tú.

Ya llevas treinta años detrás de las rejas y quieren que estés 10 o 15 más. ¿Por qué te temen tanto, Oscar? Porque eres Betances, porque eres Filiberto, porque eres Corretjer, porque eres Albizu, porque eres todo puertorriqueño y toda puertorriqueña que no se doblega. Tú eres ese poder contra el cual no hay fuerza posible, el poder de la dignidad, de la verticalidad, de la integridad. Contra eso ellos no tienen armas. Sé que dentro de unas condiciones pudiste haber salido de la prisión, pero no aceptaste porque no saldrías mientras quedara uno solo de tus compañeros encarcelado. Algunos dirán que debiste haber aceptado aquella proposición de Clinton, pero hiciste bien, Oscar. Decía don Pedro Albizu Campos que la oportunidad de ser grande se les escapa siempre a los pequeños. Actuaste con grandeza y esa actitud tuya nos fortalece a todos, aun a aquellos que son incapaces de entender.

Quiero que sepas, Oscar, que dos de tus pinturas honran la sala de mi hogar. Es obvio, hermano, que la prisión no ha podido destruirte y que pese a lo gris del cielo, aún puedes ver a través de los nubarrones. Lo veo en tus pinturas y en tus acciones. Sé de los vía crucis por los que has tenido que pasar pues hasta han querido enloquecerte. Conozco bien el programa de modificación de conducta impuesto en el sistema carcelario estadounidense (Behavior Modification Program), programa en el que te tuvieron por nueve años. Lo conozco pues me tuvieron en las unidades de control de ese programa durante 18 meses. Muchos presos enloquecían y se suicidaban en esas unidades de control. El propósito del programa era moldear la mente del prisionero a la conveniencia del sistema. Recuerdo que usaban las drogas, Prolixin, Valium y Thorazine. Eso fue durante tu estancia y la mía en la prisión de Marion. Luego de eso, ¿a dónde te envían? A la nueva spermáxima prisión de Florence, Colorado, donde sólo podías ver a tu nietecita a través de cristales.

Pero has vencido, mi hermano, y has vencido por todos nosotros. Te aseguro que aunque tu cuerpo está detrás de las rejas, tu alma está en nuestros corazones.
Que el espíritu de Lares y de Jayuya te acompañe siempre y permíteme, Oscar, estos versos que escribí para ti.

Compañero Oscar López Rivera
los poderes le temen a tu poder
el poder de un hombre que no reniega
ni de su pueblo, ni de su propio ser.

Y te encadenan a cajas de hierro
te rodean con ocho esbirros
ignoran estos serviles sabuesos
que no hay cadenas para tu espíritu.

Que tu espíritu es el de tu pueblo
de ese pueblo que jamás se doblega
ese pueblo de voluntad de acero
que al igual que tú va rompiendo rejas.

18 de mayo de 2011
San Juan, Puerto Rico

(Fuente: Claridad)


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