Escrito por Wilma E. Reverón Collazo / Copresidenta del MINH
El 3 de mayo de 2014 el compañero Alejandro Torres y yo tuvimos la oportunidad invaluable de visitar al patriota Oscar López Rivera. Como parte y antesala a su visita nos obsequiaron una visita por las instituciones comunitarias que Oscar ayudó a establecer en la comunidad de Humboldt Park en Chicago y que bajo el liderato de su hermano José López, su sobrina Lourdes y un extraordinario grupo de compañeros y compañeras de la comunidad y nuestro acompañante Alejandro Molina, han continuado desarrollándose sin prisa, pero sin pausa.
La Escuela Superior Pedro Albizu Campos, el programa Vida-Sida, el Centro Comunitario de Humboldt Park, un centro de apoyo para los jóvenes de la comunidad LGBTTQ, un Museo de Arte Puertorriqueño, programas de huertos caseros, centros de cuido diurno infantiles, programas para desertores escolares, son algunos de los muchos programas que hoy trabajan por la comunidad de Humboldt Park, mayoritariamente puertorriqueña. Sin embargo, la agresiva política de ¨gentrification¨ está amenazando a esta vibrante comunidad puertorriqueña de la misma forma que lo ha hecho con la comunidad afroamericana. Ya se ven los hermosos edificios conocidos como ¨white stone¨ bajo renovación y en control de los llamados ¨yuppies¨ en calles donde antes no entraban los ciudadanos blancos.
En la comunidad marcada por una enorme bandera puertorriqueña que cruza la conocida Division Street o Dr. Pedro Albizu Campos Honorary Street, se encuentran las caras de Don Juan Antonio Corretjer y Doña Consuelo Lee Tapia, en un hermoso mural hecho en la fachada sobre ladrillo por el maestro Pablo Marcano y otro hermoso trabajo de Lolita Lebrón en la entrada hacia los huertos de la comunidad. La gran mayoría de los comercios tienen en su vitrina un enorme afiche pidiendo la libertad de Oscar ¡ahora!
Todo lo que se percibe en cada uno de estos proyectos comunitarios es la semilla del amor patrio que tan profundamente sembró Oscar en su comunidad. Procede entonces preguntarse cómo es que esta comunidad puertorriqueña en Chicago ha podido desarrollar tantos proyectos para su comunidad. El amor patrio se convirtió en trabajo transformador. Esta comunidad no ha dejado de luchar nunca y ha sabido adaptarse a los tiempos y las necesidades de la comunidad como lo demuestran sus vibrantes programas dirigido a la comunidad LGBTTQ.
El exprisionero Ricardo Jiménez nos acompañó y transportó hasta y desde la cárcel de Terre Haute, Indiana. El trayecto de cuatro horas de ida y cuatro horas de vuelta se fueron en una amena conversación donde conocimos más a profundidad la hermosa humanidad de Ricardo, que tantos retos le ha presentado la vida. Nos habló sobre Oscar con quien compartió desde los 14 años de edad y cumplió parte de su sentencia en Terre Haute, de donde salió con la tristeza de dejar a Oscar atrás. Originalmente iríamos acompañados por la compañera abogada de Oscar, Jan Sussler, quien lamentablemente perdió a su padre el jueves 1ro. de mayo.
Este preámbulo es necesario para entender la fuerza que tiene de Oscar López Rivera que le ha permitido llevar con inmensa dignidad y serenidad 12 años de confinamiento solitario y pronto a cumplir 33 años de cárcel. Imagínense por un momento cómo nos impactaría estar 12 años sin un contacto con nuestra familia, sin una carta, una llamada telefónica, un abrazo cálido de un ser querido. Imagínense que su madre se está muriendo y usted no puede ir a su lecho de muerte a darle un beso en la frente, tomarle las manos, sentir su tibio aliento mientras se despide del mundo. ¿Cuántos de nosotros podríamos salir mentalmente ilesos de una experiencia como esa, sin renunciar ni abjurar de uno solo de nuestros principios? Y si salimos mentalmente sanos, ¿cuántos podríamos salir con un corazón lleno de amor, sin vestigio de odio o rencor?
Oscar fue muy insistente en dos cosas: la necesidad de lucha y trabajar y la necesidad de salirnos de prácticas sectarias o kiosquistas como él las llama. Con la oportunidad de la reflexión, esta insistencia de Oscar es clara y lógica. La historia nos enseña que cuando nos unimos casi siempre triunfamos, Vieques es el ejemplo claro de esto. ¿Y por qué triunfamos? Porque en vez de dedicar valioso tiempo necesario para la lucha en los interminables debates de tácticas, estrategias y diferencias ideológicas, nos dedicamos a hacer, trabajar, poner mano a la obra en cosas y objetivos concretos. Para Oscar lo importante es que los independentistas luchen, las diferencias no son importantes. Lo importante es luchar, trabajar.
Oscar compartió historias de su vida, lecciones aprendidas sobre la naturaleza humana en su participación en la guerra de Viet Nam, el cobro de la conciencia de cuáles eran los macabros objetivos de aquella guerra, su desarrollo ideológico, anécdotas de la familia, de su vida en San Sebastián y su amor por el río, el amor por su madre, sus hermanos y su traviesa sobrina Lourdes, nuestra cálida anfitriona.
Los ojos de Oscar brillan como dos astros y penetran en la conciencia del que los mira. Su físico diminuto, mide 5 pies con 3 pulgadas, es motivo de anécdotas de cómo su estatura le salvó la vida en Viet Nam al recibir un disparo en el casco que lo penetró y le llevó parte de su pelo. ¨De haber medido dos pulgadas más, estaría muerto¨, cuenta con humor.
Sentí vívidamente la presencia de Oscar Collazo en él, mientras narraba cómo las conversaciones telefónicas con él le dieron luz y serenidad para enfrentar posteriormente aquellos doce años de confinamiento solitario. Los dos Oscar tienen la misma serenidad, dulzura y paz al hablar. Oscar nos dice que se quedó con las ganas de compartir y tener largas conversaciones con él y los demás nacionalistas personalmente, por estar en el clandestinaje cuando salieron y caer preso poco tiempo después.
Tras más de cinco (5) horas de conversación que parecieron cinco (5) minutos por lo rápido que se fue el tiempo, el momento de la partida fue difícil. El corazón se aprieta, los ojos se nublan. El abrazo de despedida es aún más cálido que el de la bienvenida porque se crea un lazo que no importa el tiempo que pase estará amarrando nuestros corazones con el de Oscar por siempre.
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