Puntos para la discusión:
Primer punto:
De los diferentes escritos que han circulado en el país relacionados con la convocatoria
hecha por diferentes sectores del movimiento obrero y los movimientos sociales a una “huelga general”, me parece que el más acertado de ellos ha sido el escrito por el compañero Rafael Bernabe bajo el título Huelga General o Estado Huelgario. Allí, a la luz de lo que fue la experiencia de la Huelga del Pueblo en 1998 a raíz de la venta de la Telefónica Bernabe distingue entre los dos conceptos que dan base al título de su artículo. Así, nos indica lo siguiente:
“ Me preocupa entonces que el concepto de huelga general, en cualquiera de sus versiones, reduzca nuestras miras a la organización o de un paro o nos comprometa con una sola batalla hasta el agotamiento y el debilitamiento, como ocurrió con huelgas indefinidas en el pasado. Me parece que sería mejor manejar la perspectiva de elaborar un plan de lucha de actividades constantes y crecientes que vayan movilizando y organizando trabajadores y comunidades, que mantengan la presión sobre el gobierno, que no le den tregua, que se convierta en un proceso incesante, que podría culminar en una huelg indefinida, según las circunstancias lo permitan o exijan. El objetivo, por supuesto, es derrotar al gobierno, no la huelga general: la huelga general es un medio para ese fin que debemos usar en la medida que podamos y debamos como resultado de un proceso de creciente resistencia.”
El debate en general, sin embargo, contrario a lo que Bernabe sugiere, ha girado más bien en torno a la huelga general indefinida como fin y no como medio, como objetivo y no como instrumento.
Segundo Punto:
En la discusión del concepto, tampoco falta una aproximación economicista de lo que debería ser tal huelga general. Así, la huelga general se visualiza más como un proceso de lucha de la clase trabajadora frente a sus patronos, que como un movimiento social multifacético, no solo capaz de movilizar y organizar a la clase trabajadora frente a sus patronos, sino al pueblo en general en niveles superiores para enfrentar no solo los despidos de empleados públicos, sino el conjunto de políticas neo conservadoras y neo liberales de la clase capitalista en el control de aparato gubernamental de la colonia.
Esta aproximación que conceptúa el llamado a la huelga general como si se tratara de un mero conflicto obrero patronal la podemos observar en el escrito publicado en Bandera Roja en su reciente edición de noviembre-diciembre de 2009 cuando indica:
“ Se ha demostrado que las acciones de desobediencia civil, y las manifestaciones ‘innovadoras’ y vistosas no son suficientes. No basta con llamar la atención, hace falta comenzar a ejercer presión sobre el patrono. La huelga es el método de lucha más poderoso con que contamos los trabajadores, pero una huelga significa detener la extracción de riquezas. No es suficiente con ausentarse al trabajo para detener la producción, hay que evitar a toda costa la entrada de rompehuelgas a los centros de trabajo, hay que organizar Comités de Huelga en todos los centros de trabajo cuya función sera garantizar que mientras dure la huelga los patronos no puedan producir...
...la clase trabajadora tendrá que estar lo suficientemente preparada como para que sea mayor el peso de la huelga sobre los hombros de los capitalistas que sobre los hombros de los trabajadores.”
Nótese de esta expresión que si bien es un aproximación correcta dentro del marco de un conflicto obrero-patronal típico, dentro del marco de luchas reivindicativas por mejores salarios y condiciones de empleo; en ella está ausente la participación y el papel a asumir por parte de otras sectores sociales como son las comunidades, las cooperativas, los estudiantes, las iglesias, los desempleados, etc., todos ellos partes del conjunto de fuerzas necesarias en el desarrollo de una huelga general como la que se ha propuesto en estos momentos para enfrentar las políticas neo liberales implantadas por el Estado.
Desde otra aproximación, ciertamente es correcta la posición que asume Bandera Roja al recordarnos que es insuficiente para lograr los objetivos que se ha trazado el movimiento obrero y las organizaciones sociales que se oponen a las políticas implantadas por la presente administración, la desobediencia civil o las manifestaciones “vistosas”.
Tercer Punto:
La huelga general como método de lucha fue objeto de intensos debates entre anarquistas y comunistas durante el siglo 19 donde los primeros la concebían como método de lucha social en contraposición a la acción parlamentaria, mientras los segundos la concebían como método de lucha dentro de una lucha más amplia que incluía la acción parlamentaria.
La huelga general también se ha concebido como instancia de presión política para forzar salidas democráticas o reivindicativas a nivel popular que han llevado, incluso, forzar cambios de gobiernos aunque no necesariamente de la estructura económica del Estado. También se ha utilizado como complemento al desarrollo de ofensivas armadas en procesos políticos en los cuales el método de lucha fundamental es la lucha armada.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) a la cual se adscriben la inmensa mayoría de los países soberanos en el mundo, a través de su Comité de Libertad Sindical y la Comisión de Expertos, analizando el Artículo 10 del Convenio Número 87 define como “organización de trabajadores”aquella que tiene como objeto fomentar y defender los intereses de los trabajadores. Esquemáticamente, indican, las reivindicaciones de los trabajadores se defienden de tres formas: huelgas de naturaleza laboral, que son aquellas que tienen que ver con garantizar las condiciones de empleo, trabajo y vida de los trabajadores; las huelgas de naturaleza sindical, que son las que tienen que ver con garantizar los derechos de las organizaciones sindicales y sus dirigentes; y finalmente, las huelgas políticas, que son aquellas que no solo abarcan la búsqueda de mejores condiciones de trabajo o reivindicaciones colectivas gremiales sino que engloban también “la búsqueda de soluciones a las cuestiones de política económica y social”.
En nuestro caso, cuando nos aproximamos al debate en torno a la huelga general, lo primero que debemos plantearnos es la definición de los objetivos que esperamos alcanzar. En el proceso debemos formularnos las siguientes preguntas: ¿Con el llamado y organización de la huelga general aspiramos a revertir los despidos? ¿Si convocamos a una huelga general y no se logran con ella revertir los despidos, está por eso perdida la experiencia de la huelga? ¿Si no se revierten los despidos pero se reducen sustancialmente los mismos, estamos ante un escenario de triunfo o de derrota? ¿Si se revirtieran los despidos pero se entroniza en la política pública del Estado las APP, se procede con la reorganización del gobierno, se queda la nueva ley de permisos y se avanza hacia una nueva revisión de las leyes que protegen el empleo, se gana o se pierde la huelga general? ¿Qué esperamos con una huelga general: desarrollar nuestras capacidades organizativas; adquirir nuevas experiencias para el desarrollo de luchas futuras; vincular nuestras organizaciones políticas particulares a la masa crítica no organizada; vincular en un mismo movimiento de lucha a diferentes sectores que al presente solo actúan en forma separada en torno a sus aspectos reivindicativos particulares; deslegitimar el presente gobierno; deslegitimar o aislar a determinadas tendencias dentro del movimiento político o sindical; contribuir al desarrollo organizado de un movimiento social capaz de disputar nuevos espacios políticos dentro de las luchas electorales futuras en Puerto Rico?
Por eso insistimos en un foro reciente que la Huelga General no la deberíamos ver como la aspirina que cura todo mal. Por eso coincidimos con el compañero Bernabe en que más que una Huelga General debemos enfocarnos en el concepto “Estado Huelgario”. Sin embargo, para ello es necesario entender que aquí nadie sobra, todo el mundo es necesario. Por eso, a partir del reconocimiento del hecho de que la gente se junta donde se sienta más cómodo para así hacerlo, el grueso de las energías debemos concentrarlas en cómo yo adelanto mi proyecto de lucha no en cómo yo obstaculizo o derroto el del otro.
Cuarto Punto:
Me parece que la visión organizativa del FACyL y de la Coalición TPRxPR no es tan diferente una de otra. Ambas plantean una visión de organización que incluye los sindicatos y las organizaciones sociales, sectoriales y religiosas; ambas plantean la organización en las regiones y municipios; ambas postulan en sus discursos la amplitud y la solidaridad. Las diferencias, más que en los aspectos antes mencionados, las encontramos en la metodología adoptada para el desarrollo de sus luchas y organización en el plano de las luchas sindicales donde en forma transversal, además, inciden las leyes impuestas por el Estado y la clase patronal para el reconocimiento de los derechos sindicales; los vínculos de los sindicatos con sus matrices en Estados Unidos; y las diferencias acumuladas por décadas entre los dirigentes de estas uniones obreras en los planos sindicales, políticos e ideológicos. De hecho, la manera en que estas diferencias se manifiestan en el Área Metropolitana es totalmente diferente de la coexistencia entre la base de ambas instancias a nivel Isla.
La realidad, sin embargo, nos dice que ambas instancias tiene vida propia y como parte de ella, organizaciones e individuos que participan de sus lineamientos y propuestas. Estamos ante un mismo Gobierno con unas mismas políticas neo liberales que afectan por igual a todos(as). Más allá de los anzuelos que el Gobierno y la clase patronal colocan con carnadas para dividir en la acción a las organizaciones que les oponen, la realidad es que la implantación de sus políticas afectan a la totalidad de los sectores populares.
Me parece ante esta realidad que tanto la Coalición como FASyL deben establecer, si no lo han hecho ya, una instancia de coordinación que les permita a cada cual impulsar sus planes de acción y la coordinación de estos en tanto en cuanto pueda ser posible coordinar. Si no fuera posible tal nivel de coordinación, aún así la instancia propuesta serviría a los fines de que las decisiones de una y otra no cancelen los esfuerzos y reduzca sus redundancias.
Quinto Punto:
Me parece que nunca vamos a encontrar perfectamente dadas todas las condiciones idóneas para el desarrollo de una huelga general. Los procesos sociales se desarrollan con sus propias leyes y condiciones donde la teoría constituye siempre un elemento pretérito aunque necesario. Me parece que si bien en Puerto Rico nunca hemos tenido la experiencia de una huelga general, existen en estos momentos condiciones para impulsar un nivel de actividades superiores en calidad y cantidad a las que hemos sido capaces de desarrollar en el pasado. No tenemos que tener temor a que en el desarrollo de un conjunto de actividades como parte de un Estado Huelgario, no logremos revertir los despidos o anular la implantación de las políticas neo liberales que impulsan hoy quienes están a la cabeza del gobierno.
Posiblemente sin la experiencia acumulada de las movilizaciones que desarrolló nuestro pueblo en 1998 en el curso de la Huelga del Pueblo, habría sido mucho más difícil el proceso del cual participó nuestro pueblo a partir de abril de 1999 y que culminó cuatro años más tarde en mayo de 2003 con el cierre del polígono interno en Vieques. Esa misma experiencia acumulada en la lucha por Vieques es hoy parte de la acumulación de experiencias de las cuales se nutre nuestro pueblo en múltiples acciones de desobediencia civil que ya se han dado y las que continuarán desarrollándose como parte de ese “Estado Huelgario” propuesto. Se trata de la acumulación de experiencias colectivas que impulsen nuevas formas de lucha y nuevos estilos de trabajo con apoyo popular. No hubiera habido nunca una insurrección victoriosa en noviembre de 1917 en Rusia sin el beneficio de las lecciones de la revolución derrotada de 1905; no hubiera habido una metodología insurreccional en Rusia en 1905 y 1917 sin la experiencia de la Comuna de París. No hubiera habido unos acuerdos de paz en El Salvador sin una ofensiva militar que si bien no pudo derrotar al gobierno de ARENA tampoco la oligarquía pudo derrotar militarmente al FMLN forzando así el camino hacia los Acuerdos de Chapultepec. Los procesos sociales no son lineales y las luchas vitoriosas nunca han sido tomando el cielo por asalto en un solo intento.
Sexto Punto:
En las próximas jornadas de lucha, al menos a nivel del movimiento obrero, es imprescindible la incorporación a la lucha de las personas afectadas por los despidos. Los sindicatos tienen que destinar recursos, de sus propias cuotas, a la organización de los despedidos, de los desempleados y jubilados.
Me parece importante el trabajo que seamos capaces de desarrollar en las oficinas de desempleo con los miles de desempleados que allí concurren día tras día.
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